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«A pesar de la represión seguiremos trabajando por Euskal Herria»

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ELOY URIARTE, EXILIADO POLÍTICO

Desde su larga experiencia del exilio y la represión que como muchos otros compañeros ha sufrido, afirma que la ofensiva anunciada por los gobiernos español y francés «no son cosa nueva» y que el colectivo seguirá trabajando «con dignidad y orgullo por una resolución justa del conflicto político».

Tuvo que abandonar Soraluze en 1974 «a causa de la represión franquista». Desde entonces su vida ha sido un periplo en el que ha alternado épocas de vida más o menos normalizada y otras en las que ha conocido detenciones, confinamientos, asignaciones a residencia y cárcel. La última muy recientemente, ya que tras haber sido detenido en junio de 2006 y permanecer un año en prisión se encuentra actualmente en libertad provisional.

¿Cuanto tiempo lleva exiliado?

Llegué a Lapurdi el año 1974 como mucha otra gente. En aquel tiempo la represión era de signo franquista aunque, a decir verdad, los métodos represivos se parecen mucho a los de ahora, incluso me atrevería a decir que se han agudizado. Al principio tuvimos muchas dificultades administrativas pero poco a poco fuimos normalizando la vida, conseguimos papeles y empecé a trabajar. No duró mucho porque en 1976 fui detenido y desde entonces mi vida ha sido alternar periodos más o menos normalizados con los de la represión. Me llevaron confinado a la isla de Yeu con otros quince compañeros durante tres meses. De vuelta a Iparralde, con la documentación caducada nos costó muchísimo legalizar otra vez la situación. Y desde entonces, se multiplicaron los pasos por comisaría. En 1989 fui detenido de nuevo y me asignaron en Périgueux. Durante 22 meses fueron cambiándome la asignación a residencia en varios departamentos (Metz, Bretaña...) hasta que, en 1991, me llevaron de Pittiviers a París, de donde volví a Iparralde en 1995 tras romper la asignación. En fin, la represión ha sido una constante en mi vida y en la de otros muchos exiliados. El último capítulo, el de hace año y medio, cuando fui encarcelado durante un año. Y, además, durante todos estos años siempre he estado indocumentado.

Desde su experiencia ¿cómo ve la situación de su colectivo en medio de lo que parece ser una nueva ofensiva represiva?

El nuestro es un colectivo apaleado desde siempre y nos han tocado vivencias impresionantes como el tiempo del GAL, cuando perdimos una treintena de compañeros. Por eso cuando ahora dicen que viene el lobo, que viene el lobo... yo creo que, en realidad, el lobo ha estado continuamente aquí. Algunas veces, como esta última, han anunciado que van a tomar medidas tanto en el Estado francés como en otros en los que hay exiliados vascos, pero la represión la hemos vivido constantemente durante todos estos años por lo que estos anuncios no nos van a asustar porque, también desde siempre, nuestro colectivo ha hecho frente a la situación. Responderá unido y sin caer en la angustia, aunque es muy consciente de que la represión puede cebarse de nuevo sobre él. Desde esa constatación, cada cual seguirá trabajando en su espacio con la dignidad y el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo como lo hacen otros muchos colectivos que también sufren la represión.

El Gobierno de París también ha tomado la vía de adecuar sus leyes para dotarse de herramientas jurídicas que le permitan actuar más libremente. Incluso ha dado el paso de extraditar a personas de ciudadanía francesa como el reciente caso de Joxean Zurutuza...

No hay que engañarse. La colaboración del Estado francés ha sido permanente. A veces ha sido más sibilina y ha guardado las formas, pero siempre ha participado en la represión. Además, en tanto en cuanto este conflicto también le concierne -por mucho que los sucesivos gobiernos se empeñen en negarlo-, son parte activa del mismo. La forma y contundencia con la que actúan y aplican sus leyes contra nosotros son una prueba más de la existencia de esa realidad.

Una parte del colectivo vive, como es su caso, de la manera lo más normalizada posible en Ipar Euskal Herria. Pero siguen siendo un obstáculo molesto para París.

Somos conscientes de ello, máxime desde que en 1995 muchos de nosotros, adoptando una actitud de insumisión, decidiéramos romper con la asignación a residencia o confinamiento, actitud a la que un año más tarde se unieron los deportados, y volver a Euskal Herria para participar en la vida social y política e integrarnos en la construcción de nuestro pueblo. También sabemos que muchas veces París nos utiliza como recurso para mostrar su «buena disposición» ante Madrid.

Además de en el Estado francés hay centenares de exiliados en otras partes del mundo a los que también abarcaría la ofensiva anunciada...

El colectivo de exiliados es un colectivo diverso y disperso. Hay muchas realidades diferentes. Parte de este colectivo se encuentra dispersado por el mundo como consecuencia de todas las vicisitudes que ha tenido que soportar, sobre todo tras la agudización de la represión del Estado francés: expulsiones, deportaciones, GAL... Antes también ha habido ofensivas a nivel internacional. Basta recordar las expulsiones y extradiciones de Méjico, Uruguay, Canadá... Con este nuevo anuncio los gobiernos quieren dar a entender que todo el mundo colabora con ellos pero lo cierto es que temen que se extienda información sobre la existencia del conflicto de carácter político que se vive aquí y, por ende, de la de cientos de ciudadanos vascos que se ven obligados a exiliarse. Eso es lo que les molesta y por ello lanzan ofensivas contra el colectivo.

¿Qué les diría a esos gobiernos que van a ser interpelados por Madrid para detener y entregar a los exiliados?

Haría una petición clara a los gobiernos de los países que les acogen a que no colaboren con esta estrategia de aniquilación del independentismo vasco por parte de los estados español y francés y a que se sumen a la demanda de este pueblo milenario para que sean reconocidos y respetados todos sus derechos. Les pediría que reflexionen sobre la situación en la que pueden poner a personas que abandonaron sus casas por miedo a la represión y a la tortura y que, en muchísimos casos tras más de 20 años de exilio, se encuentren en la tesitura de que el país que les acogió, donde nunca han tenido problemas, salvo la precariedad e inseguridad que nos acompañan en el día a día a todas las exiliadas y exiliados, puedan ser detenidas y sin ninguna garantía expulsadas para caer en manos de los torturadores españoles.

Lleva más de la mitad de su vida fuera de su pueblo. ¿Qué piensa cuando ve que aún hay personas que se ven obligadas a tomar el mismo camino que tomó usted hace más de tres décadas?

He visto llegar a muchas generaciones, lo que me lleva a pensar que en el aspecto represivo cambiar, no ha cambiado nada. De hecho me atrevería a decir que la actual situación es una de las peores que hemos conocido porque la represión se está centrando en muchos más sectores y abarca al conjunto del movimiento independentista y a todo tipo de organizaciones. También desde mi experiencia, estoy convencido de que por ese camino no se arregla nada. Ahora dicen que hay 100 exiliados en el punto de mira. Pueden quitarnos de en medio a 100, a 200 pero llegan otros tantos o más. Creo que es algo inherente a la represión. Si no hay otras vías, las medidas represivas generan reacción y, en consecuencia, más represaliados y más dramas humanos.

¿Cómo ha visto evolucionar la situación de Euskal Herria?

Es evidente que ha habido un gran avance en cuanto a conciencia nacional. La prueba más palpable de ello es, precisamente, la ofensiva contra todo lo que suene a movimiento independentista. Se dice que con la palabra todo se puede conseguir pero lo cierto es que los derechos políticos y civiles de miles de personas y colectivos están siendo pisoteados. Es evidente que la palabra -y hasta el pensamiento- están castigados.

Mientras duró el proceso de conversaciones ¿notaron algún cambio respecto a su colectivo? ¿Y tras la ruptura?

Sí, a peor. A mí personalmente me detuvieron durante la tregua. El colectivo ya hizo una reflexión tras la ruptura provocada por el PSOE y el PNV. Sabíamos que vendrían momentos muy duros que, como ya he dicho, tampoco son nuevos. Ahora nos encontramos ante una nueva amenaza vengativa de unos estados que machaconamente optan por una represión que hasta la actualidad no les ha dado otro resultado más que la extensión del sufrimiento a más familias vascas. Exiliados vascos existen desde el siglo XIX. Lo que parece insólito es que, en Europa y ya en el siglo XXI, todavía los siga habiendo, lo que nos hace dudar del tan cacareado carácter democrático de estos dos estados.

¿Cómo ve el futuro próximo para Euskal Herria?

Desde luego con la arrogancia con la que están actuando los gobiernos no vamos a ninguna parte. El futuro es sentarse, negociar y reconocer y respetar de una vez la territorialidad y el derecho a determinarse de nuestro pueblo. Esos son los pilares de la solución. Estoy convencido de que en un plazo más corto que largo tendrá que volverse a negociar y desde aquí quisiera hacer un llamamiento a toda la sociedad vasca, a los partidos, organizaciones, agentes políticos y sociales para trabajar a favor de una solución justa en la que todos los ciudadanos vascos podamos vivir libres en Euskal Herria. Es posible y, además, necesario.

El colectivo de exiliados se ha definido como un agente activo en la búsqueda de la solución...

Y no somos los únicos. Tampoco somos el único colectivo que sufre la represión. Pero no queremos quedarnos en el papel de víctimas. Somos parte y consecuencia del conflicto político que nos enfrenta a los estados español y francés y en esa medida, junto a la denuncia de la situación que vivimos, todos los exiliados diseminados por el mundo seguiremos trabajando en la construcción de nuestro pueblo y en la búsqueda de la solución definitiva al conflicto.

El próximo domingo tendrá lugar el Elkartasun Eguna.

Así es. El domingo 13 de enero, como todos los años, se celebrará en Larresoro el Elkartasun Eguna, una jornada de solidaridad y apoyo a nuestro colectivo a la que invitamos a toda la ciudadanía vasca.

¿Se ve algún día en casa, en Soraluze?

Siempre he mantenido esa esperanza pero estoy convencido de que ese día está ligado a la fuerza que pongamos en el trabajo y lucha diarias para sentar las bases democráticas que pongan fin al conflicto y que harán que no haya más presos, ni más exiliados, ni más ilegalizados, ni más torturados...

Arantxa MANTEROLA

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