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La identidad del santo impostor de Montserrate sigue siendo un enigma

Él, originalmente un dios pagano, se sometió a un lifting tan profundo para poder sobrevivir como santo cristiano que, ahora que estaría en condiciones de revelar su verdadera identidad, no la recuerda. Así pues, el caso del «santo impostor» de Montserrate se cierra provisionalmente sin que los investigadores hayan podido determinar a qué divinidad romana concreta representa.

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Martin ANSO

El Museo Romano Oiasso de Irun inició en julio pasado una serie de estudios en torno a la estela que desde tiempo inmemorial y hasta los años ochenta del pasado siglo custodió la puerta de la ermita de Montserrate, en las faldas del monte Jaizkibel, dentro del término municipal de Hondarribia. El objetivo era confirmar (o descartar) la hipótesis de que lo que durante siglos ha sido considerado como el «santo» de Montserrate era en realidad una divinidad romana, modificada con el fin de cristianizarla. Los estudios, que se han realizado a lo largo de todos estos meses a la vista del público e incluso con la participación directa de éste, han concluido con una noticia buena, respecto a la hipótesis de partida, y otra mala. «La buena -indica la directora del museo, Mertxe Urteaga- es que existe coincidencia general entre los especialistas en que se se trata de una representación de factura romana; la mala, que ha sido tan profundamente modificada que no hemos podido identificar de qué dios o diosa se trata».

La estela de Montserrate, un bloque de arenisca de 60 centímetros de base, 50 de altura y 20 de anchura, representa una figura humana en pie, inscrita en una hornacina decorada con pájaros y motivos vegetales esquemáticos, así como restos de lo que pudo ser una inscripción en el ángulo inferior izquierdo. De todo este conjunto, lo único original que se conserva es la cabeza de la figura humana, rematada con algo parecido a una diadema. Todo lo demás ha sido profundamente modificado, desde la vestimenta hasta su postura, pues, aunque hoy aparece en pie, inicialmente pudo estar sentada, lo que explicaría la desproporción de sus piernas con respecto a torso y brazos.

Lo peor de todo es que los atributos que permitirían identificar a qué divinidad pagana concreta representa la imagen de Montserrate también han sido eliminados. Lo explica Urteaga: «¿Por qué sabemos que tal imagen representa a San Roque? Porque va acompañada de un perro. ¿Y a San Lorenzo? Porque tiene a mano una parrilla. Con los dioses de la antigüedad sucede otro tanto, sabemos de qué divinidades se tratan en función de sus atributos. Así, si la imagen lleva una gornona en el pecho, es Minerva; si lleva un laurel o una lira, Apolo. En el caso de la imagen de Montserrate, sus atributos estaban en las manos, lo hemos podido comprobar con mucho detalle gracias a los tratamientos con haces de luces a los que hemos sometido la estela, pero han sido eliminados. ¿La mano derecha ha sido labrada sobre lo que en origen fue un globo terráqueo? ¿Y en la izquierda portaría una lanza? Quizá, pero las huellas no son lo suficientemente claras como para que podamos afirmarlo de forma tajante».

Sí está claro que la hornacina, con sus pájaros y vegetales esquemáticos, es posterior a la figura original. Podría ser incluso muy posterior a la Edad Media. En cuanto a la inscripción, parece una fecha expresada en números arábigos, no romanos, pero las conclusiones de la investigación no han podido ser más precisas. «¿1500?, ¿1700?», dice Mertxe Urteaga

¿Roma, un emperador... Cernunos?

El doctor Javier Arce, un reconocido especialista en iconografía romana de la Universidad de Lille, propuso la hipótesis de partida en la que se basó la investigación: la imagen de Montserrate, con una diadema sobre la cabeza, sostendría en la mano derecha un globo terráqueo y, en la izquierda, una lanza. Podría tratarse, por tanto, de Roma, divinización de la ciudad eterna, o de algún emperador del Bajo Imperio, a partir del siglo IV. Tras unas investigaciones que al respecto no han sido concluyentes, la directora del Museo Oiasso se inclina por pensar que la imagen correspondió en origen a un emperador. «Existe un plato de plata que representa a Teodosio con sus dos hijos y, en la cara y el peinado de la figura de Montserrate, yo veo algo de eso. Pero, insisto, esto no es más que una hipótesis. Por ejemplo, hay una colega mía que en la estela de Montserrate ve una representación del dios celta Cernunos, y lo argumenta», señala Urteaga, quien, además, recuerda que la investigación se ha realizado de cara al público y que quienes han visitado a lo largo de estos meses el museo también han tenido ocasión de avanzar sus hipótesis. «Hay quien ha visto en la imagen de Montserrate un peregrino y quien la ha identificado con una mujer. Pero lo cierto es que, a pesar de que todas estas hipótesis son interesantes, mientras no podamos determinar los atributos, va a ser imposible saber de qué dios o diosa se trata».

A partir de ahora, ¿qué opciones quedan? «Queda la opción de que alguien que de iconografía lo haya visto casi todo y sepa más que nosotros dé con la clave», dice Urteaga.

A la espera, pues, de que alguien arroje nueva luz sobre el enigma de la identidad de la imagen, el caso queda provisionalmente archivado. Lo que parece claro es que ya nunca más será el santo de Montserrate.

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