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Análisis | el rey español celebra su 70 cumpleaños

Ibarretxe acepta la invitación para acudir a El Pardo

Nombrado por Franco «príncipe heredero del Reino de España» en 1969, ahora Juan Carlos de Borbón quiere premiar la labor de quienes han ocupado cargos institucionales en los últimos treinta años

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Juan Carlos de Borbón ha elegido uno de los símbolos del franquismo para celebrar de forma especial su 70 aniversario. Aunque el Palacio de El Pardo fue residencia de los monarcas españoles durante siglos, también es cierto que a lo largo de cuarenta años estuvo identificado totalmente con la figura del dictador Francisco Franco.

Txisko FERNÁNDEZ Periodista

Nombrar «El Pardo» durante la última dictadura española llevaba directamente a pensar en el apellido del dictador. Lo mismo sucedía cuando se citaba el lugar en el que está enclavado otro Palacio Real, la Plaza de Oriente. Mientras en éste eran habituales las comparecencias públicas del dictador, en muchas ocasiones en un balcón y, desde que le nombrara príncipe heredero, acompañado de Juan Carlos de Borbón, en el de El Pardo tenían lugar recepciones privadas a embajadores, así como las reuniones protocolarias familiares, ya que los Franco y los Borbón también emparentaron mediante algún lazo matrimonial.

Por tanto, Juan Carlos de Borbón no conoció El Pardo, ni el resto de lugares que ahora enriquecen el «Patrimonio Real» de los Borbones españoles, de la mano de sus ancestros, sino de la del dictador que le precedió en la Jefatura del Estado tras un golpe militar que, recordando el título de la novela de José María Gironella, provocó «Un millón de muertos» durante la guerra y la posguerra.

El monarca quiere agradecer la «dedicación» a España de representantes institucionales que hayan ocupado un cargo relevante durante los últimos 30 años. Es decir, con ello pretende hacer, una vez más, borrón y cuenta nueva de su «trayectoria política» anterior a 1976. Pero todavía hay muchos supervivientes de la época en que el dictador y su heredero compartían tanto el ocio como su dedicación al Movimiento Nacional por el recinto de El Pardo y por cualquier otro lugar del Estado.

Ésta no es una afirmación gratuita y para comprobarlo basta con rememorar un acto público que tuvo lugar el 10 de febrero de 1970 en lo que entonces se llamaba Palacio del Consejo Nacional y ahora es sede del Senado español, y cuyas imágenes han sido emitidas hace unos días por una televisión española.

«Vosotros estáis integrados en una organización que, de acuerdo con el artículo 8 de los Estatutos del Movimiento, hace de vuestras tareas un servicio a los Principios del Movimiento y las Leyes Fundamentales del Reino. Habéis jurado fidelidad a los principios fundamentales del Movimiento; yo, también; habéis jurado lealtad a Franco y lo que Franco significa; yo también; queréis para España el esfuerzo continuado que le asegure su grandeza y su lealtad; yo también quiero lo mismo. Por eso comprenderéis mi satisfacción al encontrarme ante vosotros y presidir este acto. ¡Viva España!». Éste fue el discurso del «príncipe de España» en la clausura del Consejo General de la Guardia de Franco. El «Movimiento» al que se hace referencia no era otra cosa que el aparato institucional del que se dotó el fascismo español para intentar ofrecer al exterior la imagen de que en el régimen existía «vida política».

Por aquellas fechas, como recuerda buena parte de la ciudadanía vasca, y también de la española, el régimen no era precisamente una «dictablanda», como difunden ciertos medios de comunicación, destacados políticos y algunos renombrados historiadores, sino que estaba a punto de comenzar el Proceso de Burgos, faltaban cuatro años para que a Salvador Puig Antic le aplicaran el garrote vil, y un año más para que fueran fusilados Jon Paredes, Txiki, Anjel Otaegi, Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz.

Para quienes no vivieron esa étapa, ahí están las hemerotecas de los propios medios que entonces aplaudían a «el Caudillo» y hoy alaban la trayectoría de «el Rey». Por ejemplo, pueden comprobar en más de un periódico que Juan Carlos de Borbón acompañó en la balconada a Franco mientras éste se dirigía complacido a una multitud que se había dado cita en el Palacio de Oriente para responder a la supuesta conspiración internacional puesta en marcha para intentar frenar las ya más que anunciadas condenas a muerte contra los independentistas vascos antes de que concluyera el Proceso de Burgos.

A sus 70 años, la persona con la que se restauró la monarquía española antes de que falleciera el dictador que puso fin a la legalidad republicana -paradoja política casi sin parangón- quiere «agradecer la dedicación a España de aquellos que en algún momento de la historia de la democracia española han desempeñado algún cargo institucional» -explicaba ayer un medio español- y, por primera vez, lo hará compartiedo su cena oficial de cumpleaños, mañana, en El Pardo. Esta «iniciativa distinta del rey», como se añadía, sólo tiene precedente en las recepción oficial que suele ofrecer en el día de San Juan, el de su onomástica.

Ibarretxe, que no se ha prodigado en acudir a actos oficiales organizados por el Gobierno español en Madrid, sí ha mantenido la costumbre de asistir a este tipo de eventos protocolarios, como hizo con ocasión de la boda de Felipe de Borbón, el hijo varón del rey español al que la Constitución española de 1978 considera «legítimo heredero de la dinastía histórica».

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