Alvaro Reizabal Abogado
¿Qué es lo que está pasando?
Si las agresiones en la cárcel se silencian, los jueces dicen que no hay torturas, los ministros también y Bono anima ante esta situación a que si hay bajas sean de los otros, cabe preguntarse ¿todo esto puede ser casual?
Escribo este artículo el pasado jueves. Mañana -por ayer- tengo que ir a Puerto de Santa María a denunciar la agresión sufrida por un preso vasco, cuando confiadamente tomaba el sol en el patio de la cárcel. Ha habido suerte de que el «puñalón» fuera con un pincho de madera y no metálico y en que el agresor se equivocara en unos milímetros al atacarle. Si no, es posible que estuviéramos lamentando algo mucho más grave que una herida en el cuello que precisó diez puntos. No sé aún si es algo casual ó inducido, pero en cualquier caso es muy preocupante.
Sirva la introducción para explicar que cuando estas líneas salgan a la luz pueden no resultar de actualidad, pero comento lo que ahora sabemos, que es también inquietante. Esta mañana, la mayoría de los abogados que intervinimos en el sumario 18/98 explicábamos en rueda de prensa lo que, a nuestro entender era más destacable de la sentencia: salto cualitativo en la escalada represiva contra la acción política del independentismo vasco y otros detalles que, por conocidos no repetiré.
Pero quiero llamar la atención sobre un aspecto que afecta tanto a los protagonistas del juicio, los acusados, como a sus defensores. Por un lado la sentencia vulnera los Principios Base de la ONU de 1990 al asimilar a los abogados a la causa de sus clientes y, por otro, acuerda derivar testimonio de lo actuado durante el juicio para que se incoen diligencias contra dos de nosotros por intervenir como defensores alegando, entre otras cosas, que las declaraciones de algunos de los acusados se habían obtenido bajo tortura, delito del que según la sentencia no existe el menor indicio. Es grave que se proceda contra un abogado por su actuación al defender a un acusado en un proceso penal. Grave para el abogado por las consecuencias que le puede acarrear, pero más grave aún para el derecho de defensa de los acusados.
Y viene a coincidir todo esto en el tiempo con el ingreso en el Hospital Donostia de Igor Portu. Las rocambolescas explicaciones que se están dando sobre lo ocurrido son increíbles. Sufrí hace años un neumotórax espontáneo, y el dolor y la sensación de asfixia eran tales que no puedo creer que las lesiones de Igor se produjeran en el momento de la detención, porque con el pulmón perforado por una costilla, ni hubiera podido resistir durante tantas horas sin ser hospitalizado, y menos asistir normalmente al registro de su vivienda. Probablemente hubiera muerto. Además tanto él como Sarasola aparecen magullados por todo el cuerpo. Así que aquí se esta tratando de ocultar lo inocultable.
En este contexto, si las agresiones en la cárcel se silencian, los jueces dicen que no hay torturas, los ministros también y quien se postula como futuro presidente del Congreso anima ante esta situación a que si hay bajas sean de los otros, cabe preguntarse ¿todo esto puede ser casual o se estará propiciando?