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ibiliz ibili | Jesús Mª Alquézar

Pirineos en invierno macizo de Pibeste

Cuando la cordillera pirenaica está blanca, y en ella la práctica montañera es para expertos y/o especialistas, en la cadena también se pueden completar travesías fáciles. Los Pirineos no son sólo alta montaña, también hay escenarios de media montaña, que merecen visitarse.

Macizo de Pibeste

El macizo de Pibeste sobre el valle de Argeles Gazost es una reserva natural desde el año 1994. Salvo en contadas ocasiones, por su situación, no acumula nieve. Cuando ocurre, el macizo es aún más relevante. En invierno, el dilatado paisaje que desde sus cimas se contempla, recoge las altas cimas pirenaicas con un aspecto alpino o andino.

Aunque se pueden barajar diferentes recorridos, en esta ocasión proponemos la ascensión clásica desde Ouzous, para pisar las cimas del sector W, Pibeste-Pic de Boun y Pène de Sousquetes. El regreso se puede hacer por el camino andado o, lo que es más sugerente y enriquecedor: la travesía por la vertiente N hasta la aldea de Segus, pero con la problemática de la recuperación del coche.

Desde Ouzous

El camino de ascenso nace desde la iglesia por camino carretil y luego muletier bien señalizado con placas, marcas amarillas y cairns, que acompañarán al mendizale hasta la cima del Pibeste y el posible descenso a Segus en travesía. Tras los primeros compases, existe la posibilidad de una variante, la de la senda botánica, recomendable porque todas las especies botánicas de esta reserva están representadas y hasta indicadas con placas. Según se gana altura, se comienza a divisar y reconocer las cimas de los «grandes pirenaicos», desde el Mîdi de Bigorre hasta Gourette, en una extensa panorámica. Pero la contemplación de la verde y bien dibujada vega de Argeles Gazost, a pie de monte, es un capricho para los sentidos, y el conjunto, de una belleza indescriptible. El camino, que en un principio asciende suave, se torna rudo y supera un inclinado muro, pero con un inteligente trazado, zig-zagueando, con catorce curvas, que, incluso, están numeradas. Salvado este tramo, el montañero alcanzará el col des Portes, que da paso al cerrado polje de Aizy, increíblemente bello y verde, con unas extrañas y curiosas protuberancias naturales semejantes a cromlechs. El terreno, aquí despejado, permite ver la cercana cima del Pico Pibeste, entre bosque, coronada por una construcción antaño estación terminal de un teleférico, justificado por la espléndida vista que ofrece la cumbre. Se controlan desde ella los picos más interesantes de la cadena en este sector, como Neouvielle, Gavarnie, Perdido, Balaitus, Palas, G.Barbat o Ger, entre los grandes.

Tras un merecido descanso, recomendamos continuar por la cresta cimera, entre bosque hacia el W, para pisar las cimas de Boun y de Souquete, siendo esta última un perfecto mirador de la cresta, algo difícil, aunque no lo parezca, con pasos de hasta 2 sup.

Hay que retornar hasta las cercanías del Pibeste y bajar por la «puerta» hacia la cara N, donde un cairn y un gran «palo» indican el paso. Los que no deseen completar la travesía, regresarán a Ouzous por el mismo itinerario de subida.

Y los que se animen a continuar, siempre que hayan solucionado la fórmula de recuperación del coche, perderán altura por una inclinada ladera, pero con camino, que les conducirá hasta la base de otra cima rocosa y atractiva, aunque menor en el macizo: Mail d'Arreau, otro soberbio mirador diferente al del Pibeste. La senda bien señalizada y pisada, al W superará a media ladera otra inclinada vertiente, hermosa donde las haya y donde la prudencia no debe faltar, para colocar al pirineista en las antiguas canteras de pizarra. Desde allí, un ancho camino-pista conducirá al deportista hasta el parking del Cap de la Serre; y, evitando la carretera, un increíble e incomparable camino GR 101 y PR, por el límite de parcelas, lleva al caminante hasta Segus, habiendo descubierto en una bella excursión este singular y desconocido macizo para los vascos.

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