O una cosa o la otra
Iñaki ALTUNA
Dicen que, al enviar sendos abrazos a Igor Portu y Mattin Sarasola, así como al resto de presos políticos vascos, la alcaldesa de Hernani, Marian Beitialarrangoitia, pudo cometer un delito de «enaltecimiento del terrorismo». Dicho de otra forma: que ensalzó y alabó la lucha armada practicada por ETA. Así, se trataría de un nuevo indicio de que ANV, formación a la que representa la alcaldesa, es parte de la organización armada, en esa teoría de que «todo es ETA», o que «ETA lo es todo».
No resulta difícil deducir que las palabras de Beitialarrangoitia son compartidas por muchos vascos. Por ejemplo, resulta altamente probable que en la localidad de Lesaka, de donde son naturales Portu y Sarasola, muchos de sus cerca de tres mil habitantes alberguen ese mismo deseo de abrazar a sus convecinos, seguramente, en mayor número que, incluso, el total de votos con los que cuenta la izquierda abertzale en ese municipio.
Podríamos colegir así que, en Euskal Herria, hay decenas o centenas de miles de ciudadanos susceptibles de cometer el delito de «enaltecimiento» citado o, si se quiere, que, según los criterios ilegalizadores al uso actualmente en el Estado español, apoyan la lucha armada de ETA, en una u otra medida.
Lo que alguien tendría que explicar es cómo, si ETA cuenta con semejante apoyo popular, las encuestas sociológicas auspiciadas desde las instituciones colocan la adhesión a la organización armada en porcentajes ridículos. Alguien tendría que explicar también cómo se compatibilizan las afirmaciones de que, por una parte, todo es ETA y de que, por otra, esta organización se encuentra en una situación lastimosa.
O una cosa o la otra. O, probablemente, ninguna de las dos.