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Zapatero y Erdogan lanzan su peculiar visión de la Alianza de Civilizaciones

Criticar a escala global la estrategia estadounidense de «guerra al terror» pero aplicarla sin tapujos a escala local y en sus respectivos estados. Ahí reside la paradoja de la Alianza de Civilizaciones que lanzaron ayer el español Rodríguez Zapatero y el turco Erdogan.

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En plena precampaña electoral a las elecciones estatales del 9 de marzo, el jefe de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, presidió ayer el I Foro de la Alianza de Civilizaciones.

La iniciativa fue lanzada en setiembre de 2004 por el propio Zapatero, quien llegó al poder tras vencer en unos comicios que tuvieron lugar tres días después de los sangrientos atentados del 11-M y comenzó su legislatura anunciando la retirada de las tropas españolas de Irak.

Acompañado por cientos de personalidades -entre ministros de Exteriores, intelectuales y algunos premios Nobel- destaca la presencia en el foro que se clausura hoy del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, líder del islamista AKP y que se ha convertido en uno de los principales valedores de esta iniciativa, que busca oficialmente tender puentes entre el mundo musulmán y occidental.

Palabras y hechos

«Es fácil hablar de confianza mutua, e tolerancia y de amistad intercultural. Lo difícil es llevarlo a la práctica», saludó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Palabras que no chirriarían si hubieran sido destinadas a los propios impulsores de la iniciativa, que no dudan en aplicar en sus respectivos estados las recetas que EEUU aplica en su teatro mundial de «guerra al terror».

Zapatero y Erdogan han aprovechado la cita para intercambiar opiniones sobre sus respectivas luchas sin cuartel contra las aspiraciones democráticas de los pueblos kurdo y vasco.

Ambos estados, punteros en cuanto a medidas represivas contra opositores políticos, protagonizan en los últimos años una luna de miel más allá de cambios de gobierno.

tensión

Policías españoles y guardaespaldas del primer ministro turco protagonizaron forcejeos y empujones y a punto estuvieron de llegar a las manos en el Palacio de Congresos.

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