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Juan Carlos Moreno | egiptólogo y miemro del cnrs

«La palabra Nefertiti es una convención moderna»

 

Haritz RODRIGUEZ | DONOSTIA

Moreno es investigador titular en el Centre National de Recherche Scientifique (CNRS) tras haber obtenido una plaza mediante concurso en 2000. Su llegada a esta institución se produjo tras haber cursado estudios de Egiptología en el Estado francés durante seis años. «Se trata de una institución cuyos investigadores se dedican exclusivamente a la investigación y no dan clases. La libertad de investigación que nos ofrece, así como los medios científicos y la posibilidad de trabajar con especialistas de otras disciplinas, lo convierten en un lugar excepcional y privilegiado», asegura. A día de hoy se ocupa de la dirección de dos libros colectivos donde se abordan cuestiones de historia económica, social y administrativa del Egipto antiguo.

¿Está en disposición de confirmar que en el vídeo se lee la palabra «Nefertiti» tallada sobre un hueso?

En el vídeo se lee perfectamente el nombre Nefertiti y casi con total certeza también el nombre Nefertari, lo que confirma la noticia avanzada hace casi dos años por los responsables de la excavación cuando afirmaron haber detectado el nombre de la famosa reina egipcia entre el material descubierto en Veleia.

Explíquenos cuál es el anacronismo existente. ¿Por qué no es posible que aparezcan esas inscripciones en un yacimiento de época romana bajoimperial?

Por un lado el nombre de Nefertiti desapareció del recuerdo de los antiguos egipcios: ella y su marido, el faraón Ajenatón, protagonizaron un intento de establecer un culto a un dios único en Egipto, lo que chocaba con el resto de los cultos del país y con los intereses económicos de estos. A su muerte, sus monumentos fueron destruidos y sus nombres borrados. Por otro lado, el argumento fundamental tiene que ver con la fonética. El nombre «Nefertiti» es una convención moderna que nada tiene que ver con la manera como se pronunciaba realmente en Egipto. Esto es así porque los antiguos egipcios no escribían las vocales en los diferentes sistemas de escritura que empleaban, de tal modo que la reconstrucción de las mismas es harto compleja y sujeta a debate entre los egiptólogos. Por ello, a finales del siglo XIX se establecieron unos criterios arbitrarios (y subrayo lo de arbitrarios) para establecer una vocalización artificial pero que permitiera, al menos, que los egiptólogos pudieran pronunciar los nombres propios de los antiguos egipcios. Estos criterios incluían introducir una «e» entre dos consonantes. Así, el término NFR, que forma parte del nombre de Nefertiti, se decidió «leerlo» como Nefer. También hay que tener en cuenta que la vocal «e» no existía en egipcio antiguo, como sucede en muchas lenguas semíticas (tampoco en árabe clásico, sin ir más lejos). Sin embargo, sí contamos con algunos documentos de la época de Nefertiti, escritos en otras lenguas y donde se transcriben nombres egipcios. Gracias a ellos y a otros criterios fonéticos que sería muy largo explicar, sabemos que lo que un egiptólogo actual lee arbitrariamente como «Nefertiti» era pronunciado en realidad como «Nafteta». También sabemos que el elemento «Nefer» se pronunciaba en egipcio antiguo como «Nafi» y posteriormente como «Nof» ó «Nofr», que es como pasó al copto, el último estadio de la lengua egipcia, donde sí se escriben las vocales y que sigue siendo utilizado como lengua litúrgica por los cristianos de Egipto.

¿Dónde puede estar el error? ¿Qué impresión le merecen los hallazgos de Iruña-Veleia?

El error radica en que el término «Nefertiti» es una creación moderna y que el nombre de la reina se pronunciaba en realidad de manera muy diferente. Resulta inadmisible por tanto que alguien en el siglo III tuviera no sólo conocimiento del nombre de esta reina sino que, al escribirlo, no lo hiciera tal y como sonaba sino que utilizase, casualmente, los mismos criterios arbitrarios de vocalización inventados a finales del siglo XIX. En segundo lugar, los primeros egiptólogos transcribieron este tipo de nombres como Nofretiti o Nofretari debido al influjo del copto. Y sólo desde mediados del siglo XX se escriben como Nefertiti ó Nefertari. En tercer lugar, el nombre de Nefertiti desapareció del recuerdo de los antiguos egipcios, y sólo las excavaciones arqueológicas del siglo XX han sacado a la luz monumentos con su nombre y su imagen, como el célebre busto conservado en el Museo de Berlín. Todo apunta, en mi opinión, a un fraude perpetrado recientemente y que se añade a otros materiales de contenido inverosímil aparecidos en Veleia. No se trata de cerrazón intelectual o de escepticismo arbitrario ante lo novedoso, sino de una actitud de estupor ante unos materiales que contienen elementos sólo conocidos en el siglo XX.

Esta teoría invalida completamente todo lo referido a los grafitos y las inscripciones halladas o... ¿Cabe la posibilidad de que haya algunos hallazgos realmente importantes?

Hasta no conocer la totalidad de lo descubierto y, sobre todo, hasta que no conozcamos perfectamente el contexto arqueológico en que fue hallado (estratigrafía, etc.) no será posible establecer un juicio definitivo. Pero las circunstancias de los hallazgos y de su anuncio permiten alimentar razonablemente la sospecha de que en Veleia ocurre algo raro. Los anunciados jeroglíficos resulta que no son tales, la supuesta egiptóloga que proclamó la validez de los mismos resulta que no es egiptóloga y que además mintió acerca de su curriculum (ni era profesora de la Universidad de Barcelona como afirmó ni tampoco investigadora de una universidad alemana), tras casi dos años de anuncio oficial del hallazgo sus responsables no lo han presentado a la comunidad científica (que ignora absolutamente su existencia), tras proclamar que todo el material ha sido perfectamente estudiado resulta que cualquier aficionado puede detectar anomalías extrañísimas, etc. etc. Si a esto añadimos las declaraciones críticas de expertos en euskera arcaico, en epigrafía latina o en representaciones cristianas primitivas, que van desde el escepticismo más abierto a la casi declaración de falsedad, comprobamos que la polémica está más que justificada.

¿Existe constancia de los hallazgos en el ámbito académico internacional?

Tengo contacto con profesionales de la papirología y consulto regularmente sus publicaciones (revistas, etc.): el silencio en ellas sobre Veleia es completo. De hecho, hace unos meses contacté al profesor Alan Bowman, catedrático de la Universidad de Oxford y máxima autoridad mundial sobre estos temas, que me notificó la completa falta de noticias sobre este hallazgo en los círculos científicos, algo que contrasta con la supuesta importancia de unos materiales que, según sus descubridores, iban a revolucionar la historia antigua mundial.

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