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Análisis | movimientos electorales

La coalición imposible

 El portazo del PNV ha hecho que el resto de combinaciones posibles acabaran cayendo como una fila de fichas de dominó.

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Iñaki IRIONDO

La semana pasada cerró cualquier disquisición sobre una coalición en la CAV por el derecho a decidir, un debate que se ha mantenido más de cara al electorado que con la seriedad y trabajo de cocina entre partidos y dentro de cada uno de ellos que exige una iniciativa de ese calado.

En los últimos días se han esfumado las últimas posibilidades de que se constituyera algún tipo de coalición «por el derecho a decidir» en la Comunidad Autónoma Vasca. El portazo del PNV ha hecho que el resto de combinaciones posibles acaben cayendo como las fichas de dominó.

La idea de esa gran coalición echó a andar en una entrevista de GARA con Joseba Egibar publicada el 21 de octubre. El presidente del GBB combinaba el discurso sobre la necesidad «de activar el colchón social que tiene la propuesta de Ibarretxe» con la pertinencia de que ese colchón tuviera un reflejo electoral para que figurara como «un nuevo dato para el análisis de Zapatero y de Rajoy». La propuesta no gustó en los sectores mayoritarios de la dirección del PNV -todavía presidida por Josu Jon Imaz-, que se apresuraron a filtrar que esa cuestión no estaba en los debates del EBB. EA, sin embargo, apareció desde un principio receptiva a «un bloque vasco por la autodeterminación», apoyo al que también se sumó Aralar. EB se ha limitado a dejarse querer.

Desde la izquierda abertzale la propuesta de Egibar se entendió como un «gran teatro». El secretario general de LAB, Rafa Díez, denunció que durante todo el proceso negociador tanto el propio Egibar como el lehendakari, Juan José Ibarretxe, habían estado apoyando y amparando la estrategia de Imaz de alianza con el PSOE y ahora querían que se olvide todo «y muestran una tremenda actitud abertzale».

El PNV no oficializó su rechazo a esta coalición hasta la completa renovación de sus órganos directivos que se dio el pasado 12 de enero. En la decisión final han influido diversos factores de fondo y de forma, de índole político general y también partidista.

El nuevo presidente del EBB, Iñigo Urkullu, destacó desde un inicio un inconveniente de base de esta propuesta: parecía convertir unas elecciones a Cortes Generales, que no son las más propicias para los partidos nacionalistas vascos, en un plebiscito sobre la propuesta de Ibarretxe. De hecho, así se había traducido desde el PSE, como lo recogía el diputado Eduardo Madina en un texto reciente. El resultado de ese plebiscito es incierto y, por lo tanto, podría resultar contraproducente.

Además, el PNV cuenta con sendos grupos parlamentarios sólidos tanto en el Congreso como en el Senado y no tiene necesidad alguna de recurrir a coaliciones que no le ayudarían a mejorar la representación de sus siglas. Es más que probable que todo aquello que superara los siete diputados actuales sería a costa de que ese excedente se lo llevaran los otros socios de la coalición. Y habría que ver cómo se gestionaba luego el día a día de ese grupo, si se mantenía unido o cada mochuelo volaba hacía su olivo.

Y, por último, a una mayoría de los dirigentes del PNV no les gustó la manera en la que Joseba Egibar introdujo la propuesta en el debate político, a través de una entrevista y no en los órganos internos del partido. En las más altas instancias del partido se ha puesto sobre la mesa la idea de que, además de su intención original, Egibar pretendía también que la coalición disimulara unos resultados que en Gipuzkoa prevén que no estarán a la altura de hace cuatro años.

En todo caso, el PNV también ha percibido que la idea de una coalición nacionalista genera ilusión en un parte importante de su electorado y no ha querido aparecer como el único culpable de su no formación. Por ello, poco antes de oficializar su decisión definitiva, filtró que había propuesto a EA concurrir juntos a los comicios, lo que había sido rechazado por la dirección de este partido.

Los dirigentes de EA han defendido públicamente con entusiasmo la idea de la coalición pero ha quedado a la vista que para optar por ella debía cumplir el requisito de que estuviera compuesta por al me-nos tres partidos. La actual dirección liderada por Unai Zia- rreta huye del modelo anterior de matrimonio con el PNV, por lo que considera necesario que haya un tercero -como puede ser Aralar- en la relación. Sin embargo y a su vez, EA rechaza una coalición a solas con Aralar. Por una parte, da la impresión de que no existe demasiada sintonía entre ambas formaciones (aunque en Nafarroa formen parte de NaBai), y por otra, las dos pueden tener en un momento dado interés por un mismo nicho electoral y no les conviene que su imagen se entremezcle.

Además, EA cuenta ya con una diputada y el añadido de los votos de Aralar no le sumaría más representación. La alianza le podría servir para asegurarse ese escaño de Gipuzkoa y no sufrir en la noche del recuento, pero a cambio es más que probable que debiera ceder su uso por algún tiempo a Aralar.

Por lo tanto, la única posibilidad que quedaba abierta era la de la reedición de la coalición EB-Aralar de las pasadas elecciones municipales y forales. Los dirigentes de ambas formaciones han valorado como positiva la experiencia en repetidas ocasiones, lo que se contradice con las matemáticas y con la actuación posterior de los grupos. Los resultados de la coalición quedaron por debajo de la suma de los números que cuatro años antes obtuvieron por separado. De hecho, en Bizkaia y Araba no alcanzaron ni la cifra que logró en su día EB sola. La unión y la Ley D'Hont les permitió, eso sí, obtener dos escaños más en las JJGG de Gipuzkoa donde, por cierto, los cuatro miembros de EB y los dos de Aralar forman grupos separados. Lo mismo ocurre en Araba donde, además, el de EB está en la oposición y el de Aralar con el gobierno.

Javier Madrazo le hizo el viernes una oferta tramposa a Aralar. Concurrir en coalición, con EB a la cabeza de todas las candidaturas y, si obtienen representación, repartirse el tiempo de ocupación del escaño en función de los resultados de 2004. Pero de los resultados en la CAV, lo que da una proporción de 72,5% para EB, 37,5% para Aralar; y no de los resultados de Gipuzkoa, única circunscripción en la que podrían conseguir un escaño, donde la proporción es 56% para EB y 44% para Aralar. La formación de Patxi Zabaleta reunirá mañana a su Asamblea de Hegoalde para ratificar sus propias listas.

Por lo tanto, cada formación concurrirá por separado porque realmente no ha habido ningún intento serio de formar esta gran coalición. Se ha dado un juego cruzado de intereses a favor y en contra, dentro y fuera de cada formación, donde lo dicho no siempre ha coincidido con lo hecho.

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