El destino legal de EHAK y ANV parece sentenciado -sin haberse celebrado ningún acto judicial-. Así ocurre en la democracia a la española. Ayer en el editorial de «El Correo Español» clamaban por una mayor coherencia. No se equivoquen, pedían más leña.

Según el escribiente del Grupo Vocento, las cosas no se han hecho del todo bien hasta ahora, porque «desde que EHAK apareciera en vísperas de las elecciones al Parlamento vasco de 2005 y ANV cogiera su relevo ante las últimas municipales, la convicción generalizada de que ambas representaban la continuidad de Batasuna no dio lugar a criterios unívocos de actuación ni en el ámbito político ni en el judicial». Curiosa democracia la que se rige por la «convicción generalizada». ¿Y si decimos que la convicción generalizada es otra?

Lo que denuncia es amanuense de Neguri es que «lo que queda en el ambiente es que las pesquisas comenzaron después de que ETA hubiera dado sobradas muestras de haber roto irremisiblemente el alto el fuego anunciado en marzo de 2006. Ni el poder político ni mucho menos el judicial deberían evaluar la existencia o no de causas de ilegalización o suspensión de organizaciones que operan formando parte de la trama terrorista o prestándole cobertura política según consideraciones de oportunidad». Ni puede formarse opinión jurídica ni adoptar resoluciones como la ilegalización de dos partidos por «lo que queda en el ambiente». ¿En qué ambiente? Seguro que el ambiente en el que se mueve el escribiente de la oligarquía vizcaina y el que servidora conoce, son distintos. ¿Cómo se mide eso?

De lo que se trata no es de ilegalizar a los independentistas -lo dan por hecho-, sino de calentarle las orejas al Gobierno de ZP, que para eso estamos en vísperas electorales. Y por eso el mandado del PP criticaba a De La Vega y sentenciaba que «la voluntad política que muestra el Gobierno para someter la pervivencia de ambas siglas a las exigencias que derivan de la Ley de Partidos no debería aparecer como un recurso táctico, adecuado al momento por el que atraviesa su estrategia antiterrorista, sino como una decisión sustentada en los propios fundamentos de la norma». Y le llaman norma al reglamento del apartheid.... En Suráfrica también había normas dictadas por los blancos. ¡Bendita democracia!