Jakue Pascual Sociólogo
¿Crisis? ¿Qué crisis?
La línea del horizonte se recorta sobre un fondo gris de chimeneas, depósitos y grúas que se elevan por encima de una caótica aglomeración de viviendas prefabricadas. «Crisis? What crisis?», pregunta Supertramp... Nadie responde
Un hombre descansa impávido bajo una sombrilla naranja en un solar industrial. Tras él, la línea del horizonte se recorta sobre un fondo gris de chimeneas, depósitos y grúas que se elevan por encima de una caótica aglomeración de viviendas prefabricadas. «Crisis? What crisis?», pregunta Supertramp... Nadie responde.
El verano pasado nos despabilaba la crisis de las hipotecas de alto riesgo (subprime). Los créditos, convertidos en activos en el sector financiero estadounidense, amenazaban con contaminar al mundo entero. Las alertas habían saltado con la retirada de acciones de la bolsa de Nueva York de la firma de créditos hipotecarios New Century Financial.
Los pobres tenían dificultades para hacer frente a las hipotecas obtenidas con facilidad. El precio de la vivienda registraba la primera caída interanual desde hacía años. La subida de los tipos de interés, adoptada por la Reserva Federal (Fed) para paliar la inflación, colocaba a la venta cinco millones de casas en EEUU. UBS cerraba Dillon Read, Standard & Poor's adecuaba a la baja bonos hipotecarios y se quebraban los hedge funds de Bear Stearms. Reacción en cadena: Suspensión de fondos, cuantiosas pérdidas, demandas de liquidez y congelaciones de pagos. Los bancos restringen la concesión de préstamos e inyección multimillonaria de dinero estatal en el sistema financiero.
Ya lo decía Marx («El Capital», III), la economía ha llegado a tal punto de irrealidad que el crédito se convierte en mercancía. De esta manera, en épocas de crisis, cuando el crédito desaparece, el dinero se enfrenta a las mercancías como única medida de su valor; de ahí que la depreciación de éstas resulte de la imposibilidad de convertirlas de forma fantástica en dinero.
La estanflación de Ian McLeod (estancamiento económico, aumento del paro y subida de precios) amenaza la curva de Phillips. El ex presidente de la Fed, Alan Greenspan, observa sus síntomas. La OCDE revisa a la baja las previsiones de crecimiento de la zona euro. El petróleo y los alimentos se encarecen, el desempleo repunta y la economía da un frenazo tal que hace temer una recesión.
Los análisis insistían con fe en que la ley de la oferta y la demanda pronto equilibraría el mercado. Pero la intervención combinada de los bancos centrales dejaba entrever que la crisis financiera suponía una amenaza para las economías europea y norteamericana. Incertidumbre y nerviosismo en los parqués. «Chuletillas de conejo con crema de boletus» es la receta que el Gobierno ha distribuido por las carnicerías durante la pasada Navidad para paliar la inflación española. Bush tranquiliza a los inversores y las bolsas se desploman. La Fed interviene recortando un 0,75% los tipos de interés para evitar la catástrofe.
Para el analista Gilles Möec lo que se está produciendo es «una acumulación inoportuna de todos los shocks». Naomi Klein examina en «La Doctrina del Shock» el auge del capitalismo del desastre. Para ella, el electroshock del psiquiatra Cerletti, los interrogatorios de la CIA y el «tratamiento económico de shock» de Milton Friedman son técnicas de reprogramación mental y social equiparables.