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Raimundo Fitero

Cuesta de enero

Hay o no hay crisis económica mundial? ¿Estamos a un paso de la gran depresión, o a un salto de la gran estafa electoral? Lo único que nos da alguna sensación de alivio es que mirando a una de las pantallas reconforta que «House» ha vuelto de manera habitual, que «Los hombre se Paco» siguen perdidos en sus astracanadas y que «Los Serrano» parecen colocados al borde del tobogán de descenso, entre otros muchos factores que concurren de una manera especial a que esta cuesta de enero, que se empalmará con la cuesta de febrero hasta desembocar en una cuaresma absoluta trufada de desmesuras jurídico y policiales, aquí, allá y acullá. Mandan las fuerzas oscuras, a la espera de que la luz se haga.

Mario Picazo abandona «Supervivientes» atacado por una enfermedad tropical. Gajes del oficio. Los concursantes siguen dando espectáculo menor, pero abundan en sus relaciones, en sus roles, en sus prototipos. Hasta el momento, los guionistas se dejan notar. Una huelga de guionistas en las televisiones actuales acabarían de inmediato con este programa y con algunos teleberris. Todo está atado y bien atado. Mientras tanto las cadenas se pelean por llegar primero para descubrir a los nuevos valores que son remedos de los viejos valores. El talento está de vacaciones, alquilado, o con una beca Erasmus.

Los formatos no se renuevan, las series se parecen demasiado, las propuestas novedosas parecen estar en el congelador y todo va a un ritmo mortecino, hasta las protestas de las asociaciones de telespectadores que cuidan tanto de nuestra moral, y que en etapa electoral se dejan significar para ir creando el caldo de cultivo del voto ultra conservador. En la periferia de las pantallas se ven asuntos colaterales: el agujero hecho en el muro de la inquina en Gaza, el constante goteo de la violencia de género convertida en un exceso de formas y maneras de ejercer la crueldad que nos provoca una sensación de vértigo porque nos parece que el abismo de una idea de la vida y el mundo está abriéndose bajo nuestras comodidades de clase media. Hay días con sol, que una buena naranja, un vaso de vino y un beso es suficiente para entender que debemos seguir luchando.

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