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Semana verde internacional en berlín

Lo bio es víctima de su propio éxito

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Matilde RICHTER | Periodista (AFP)

Con un crecimiento del 15% del volumen de negocios del sector el año pasado en Alemania, y de alrededor de un 10% en el Estado francés, con la multiplicación de las etiquetas «Todo bio» y con el lanzamiento de líneas especiales por parte de las grandes empresas de distribución, el entusiasmo por los productos cultivados o criados de forma natural que comenzó como la manía de unos ecologistas locos, sobre todo en el norte de Europa, logra cada vez más adeptos.

En el salón agrícola «Grüne Woche» (Semana Verde), que se celebra en Berlín desde el 18 al 27 de enero, lo bio ocupa un vestíbulo entero: los visitantes acuden a las casetas de salchicha bio antes de dar cuenta de un buen vaso de vino... bio, por supuesto.

Pero esta moneda tiene otra cara: en Europa, la producción no es suficiente. Frutas, verduras o incluso miel deben importarse, por ejemplo, de Turquía o América Latina. Y «eso plantea un problema de credibilidad», según comenta a Alexander Rogge, de la Federación francesa del Comercio y la Distribución (FCD). Si por un lado la etiqueta bio devuelve el significado estricto a un método de producción que no recurre a los abonos químicos y pesticidas o que cumple ciertas normas de alimentación de los animales, por otro también hace profesión de fe respecto a una forma de vida sana y respetuosa con el medio ambiente.

Ese ideal casa mal con el transporte en avión, a través de miles de kilómetros, de los tomates chilenos o los corderos neozelandeses, por la contaminación atmosférica que genera. «Para muchos, los productos bio son los productos de la propia región», resume Rainer Mihr, redactor principal del mensual alemán de los profesionales de la alimentación «Lebensmittel Praxis». «¿Qué sucede con la calidad, con la certificación de los productosd importados?», se pregunta Uli Schnier, que dirige el comité de «agricultura bio» del sector neerlandés de la distribución. ¿Cómo se puede estar seguro de que los frutos secos turcos se someten a los mismos criterios que, por ejemplo, los productos franceses etiquetados AB (agriculture biologique)?

Más allá de la cuestión de la importación, para los puristas es la total democratización del sector la que plantea un problema. «Nos felicitamos de que el sector del comercio, incluida la gran distribución, se haya incorporado al movimiento», asegura Alexander Gerber, que dirige la Federación alemana del Comercio Alimentario Ecológico. Sin embargo, encontrar bio en las góndolas de todos los supermercados y de discounters como Aldi o Lidl le causa un cierto malestar. «Hoy en día, la calidad sólo se considera desde el mero punto de vista material -se lamenta-, ahora bien, el bio es mucho más que eso, se basa en el respeto del medio ambiente y la naturaleza en un sentido amplio y está vinculado a una calidad emocional».

«Bio no es una cuestión de ausencia de elementos tóxicos, es algo que se tiene que concretar en todo el proceso de elaboración», añade Wolfgang Gutberlet, dueño de la cadena de supermercados alemana tegut.

Así, es cierto que la salchicha bio que se vende en muchos supermercados se hace totalmente a partir de carne calificada bio pero, a pesar de todo, contiene sustancias de maduración rechazadas por la estricta ortodoxia bio, según explica Alexander Gerber, para quien, al final, el mejor bio sólo se encuentra en los almacenes especializados. Una opinión que no comparte, en absoluto, Uli Schnier: «En los pequeños almacenes, apesta; las patatas están chafadas totalmente; si vas una vez a uno de esos lugares, no vuelves nunca más».

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