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crónica | movimiento social y juvenil de iruñerria

«Piztera!»: Una mirada a 20 años de lucha por conseguir un espacio libre

La reivindicación de un espacio libre se mantiene en Iruñerria desde hace más de 20 años. Recientemente ha visto luz un documental que recoge numerosos intentos de lograr un gaztetxe y la represión desatada sobre ellos. Testimonio directo de esos años, muestra lo poco que cambia la situación y la necesidad que sigue sobre la mesa. Asimismo, es una denuncia de la represión cada vez más aguda que padece esta lucha.

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Jasone MITXELTORENA

El documental «Piztera!» presentado en Iruñea, en la Feria de Libros y Discos de Durango y en otros puntos de Euskal Herria, es un trabajo de valor histórico en cuanto que ofrece un testimonio de un movimiento social a favor de un espacio libre y autogestionado, que perdura en Iruñerria tras más de 20 años.

Desde las primeras ocupaciones de locales en desuso en el año 1985 para ser utilizados como punto de encuentro de jóvenes, rápidamente reprimidas por las fuerzas policiales, pasando por distintos proyectos que se mantuvieron durante algún tiempo, hasta los diez años de actividad de Euskal Jai, la represión que tuvo lugar en el desalojo y derribo del emblemático gaztetxe y los intentos apagados de los últimos años. La cinta ofrece como punto final la documentación de la iniciativa «Iruñerria Piztera Goaz», donde jóvenes de Iruñerria denuncian esa situación, a la vez que demuestran que hacer frente con alternativas a las autoridades que imponen su modelo de ciudad es posible.

En 1985, un nutrido grupo de jóvenes entró en el edificio número 40 de la calle Zapatería, en Alde Zaharra de Iruñea, reivindicando un espacio donde llevar a cabo sus actividades: «Ante la negativa del Ayuntamiento, tuvimos que buscar por nuestra cuenta». Hubo hasta tres intentos de ocupar ese local que, tal y como se aprecia en el documental, estaba completamente abandonado en pleno centro del casco histórico de Iruñea.

El trabajo da cuenta también de enfrentamientos entre jóvenes y la Policía por las calles de Alde Zaharra, escenas que se repiten según avanza el documental en posteriores épocas de la lucha a favor de los gaztetxes: Son escenas conocidas pese a no haber vivido aquella época

Pero la semilla estaba sembrada, y a estos primeros intentos les sucedieron muchos más. Años más tarde empezó a andar «Lore Etxea», una casa situada a las orillas del río Arga, albergando a aquellos jóvenes que optaron por vivir de una manera diferente dentro de la propia ciudad. «Lore Etxea» fue derribado por la excavadoras tras más de año y medio de actividad, por orden del entonces alcalde del UPN, Alfredo Jaime.

situación precaria

Tal y como relatan los jóvenes en la cinta, aquellos años la situación de la juventud era precaria; el paro, la necesidad de una vivienda... eran más patentes que nunca. Por ello, frente a la opción de muchos jóvenes de «matar sus horas en los bares», otros muchos querían hacer frente a la situación ocupando su tiempo en un proyecto que haría posible realizar numerosas actividades y que les ofrecía la ocasión de tener dónde vivir.

Por aquellos años se empieza a extender el lema de «derecho a techo» y en distintos barrios de Iruñea los jóvenes se movilizan para conseguir un espacio propio. «Tenemos el mismo derecho a esos espacios que las ratas que habitan en ellos», reivindican. Son los casos de Errotxapea y Sanduzelai, barrios obreros donde los problemas antes mencionados se hacían más patentes. El documental recoge estos dos casos, aunque hace mención a otros, como el gaztetxe Ezkaba de la Txantrea.

Se aprecian como espacios llenos de color y de actividad, donde tanto los niños como los mayores juegan y se divierten, los jóvenes disfrutan de conciertos de música. Otro de los aspectos a destacar es la labor en auzolan de gente de todas las edades para reparar y habilitar espacios totalmente abandonados y deteriorados. Es desolador que las autoridades prefieran dejar esos edificios en ese estado precario a ver que se llenan de vitalidad.

En 1994, casi una década después de que se intentara ocupar un espacio en Alde Zaharra, se empieza a habilitar el antiguo frontón Euskal Jai. Este frontón, uno de los más resplandecientes del mundo en su época, se hallaba en lamentable estado cuando los jóvenes entraron en el complejo edificio, aún estando ubicado en pleno centro de la capital de Euskal Herria.

La ingente tarea de aquellos jóvenes emprendedores y llenos de energía y vitalidad se ve entorpecida hasta en tres ocasiones por intentos de desalojo por parte de las fuerzas policiales. «Pero a la tercera no va la vencida. No han podido con Euskal Jai gaztetxea», demuestran orgullosos aquellos soñadores de un proyecto aún sin definir.

Una sucesión de imágenes da cuenta de la frenética actividad desarrollada para habilitar el antiguo frontón Euskal Jai, y ofrece un rápido vistazo a los diez años de historia, llena de actuaciones de todo tipo, a la vez que servía de espacio de encuentro, de convivencia, y a la distribuidora Eguzki Banaketak; la productora Eguzki Bideoak y sus proyecciones de los domingos; el comedor popular Lapiku; conciertos y ensayos de grupos musicales; espacio de ocio en Sanfermines y eventos de todo tipo cumpliendo con todo el calendario festivo; además del uso de uno de los frontones más emblemáticos del mundo.

Y es que, tal y como se explica en el documental, «Euskal Jai abarca todo tipo de actuaciones y actividades que no tienen cabida en otros espacios de Alde Zaharra, incluso de Iruñea».

mazazo a un proyecto

Tras los Sanfermines de 2004, y después de haber acogido a las txosnas ante la prohibición de ubicarlas donde siempre, Euskal Jai, ante la amenaza del inminente desalojo, se abre al barrio, esta vez de forma física: La apertura de un orificio para poder acceder al frontón del Euskal Jai se celebra con fiesta. Durante el verano se realizan numerosas actividades para los niños y para los adultos, y el gaztetxe está más vivo que nunca.

Pero llega el fatal día, y el 16 de agosto de 2004 llega el dispositivo policial y las máquinas derribadoras de sueños y proyectos. Tras dos semanas de resistencia, represión, tensión en todo el Casco Viejo y ante la angustia de la mayoría de los asistentes, el mítico Euskal Jai es derribado por orden del gobierno municipal de UPN encabezado por Yolanda Barcina. Lo vivido durante aquellos días en las calles de Alde Zaharra de Iruñea, quedará grabado en la memoria: Las imágenes difundidas por televisión de una paliza a padre e hija dan idea de lo que vivieron los vecinos.

En el desalojo y derribo de Euskal Jai participaron la Policía municipal, la Foral y la española, caracterizándose todos ellos por su violencia y represión. Hubo muchas denuncias por agresiones a los vecinos, pero fueron archivadas. Mientras tanto, las denuncias contra los jóvenes cuyo único delito fue defender un espacio construído por y para ellos, han prosperado, siendo hoy el día en que cerca de 200 personas tienen que hacer frente a sanciones, cuando no a peticiones de cárcel, como el montaje policial contra el joven Xabier Errea.

Tras el derribo de Euskal Jai el panorama de Iruñea como ciudad es desolador para muchos. Alde Zaharra ha perdido un espacio imprescindible para numerosos vecinos. Muchos abandonan la ciudad; parece que ya no hay sitio para ellos, y todo está perdido. Aunque pueda parecer exagerado, seguro que así lo debieron sentir los que habían sido testigos de la vida de una década de este emblemático gaztetxe. A día de hoy, que han pasado casi cuatro años desde aquello, los que se mueven por las calles de Alde Zaharra no dejan de acordarse de «cuando el Euskal Jai».

«Iruñerria piztera goaz»

Pero hay muchos que no se resignan. Ante el panorama desolador descrito, jóvenes de diversas ideas y movimientos se unen con la idea de reavivar el movimiento y de llenar de vida los barrios de Iruñea y las calles de Alde Zaharra, a la vez que denuncian la política represiva del Ayuntamiento: El 12 de mayo se presenta ante el Ayuntamiento de Iruñea la iniciativa «Iruñerria piztera goaz», y diez voluntarios, con camisetas naranjas mostrando el alumbramiento de una bombilla, anuncian una huelga de hambre en protesta por la represión y la encarcelación de Xabier Errea, a la vez que reivindican un espacio.

Tal y como explican, «en los tres últimos años se han desalojado 22 gaztetxes y como consecuencia de ello 11 jóvenes han sido condenados a penas de cárcel, más de 100 han sido o serán juzgados y nuestro compañero Xabier Errea cumple una condena de 2 años y medio».

Además, la «Ordenanza por el Civismo», normativa aprobada por el Ayuntamiento, sanciona y reprime actuaciones que permite la Ley. Según un participante, «fue un grito a la desesperada de cómo estaba Iruñea tras el desalojo del Euskal Jai».

Es el comienzo de un toma y daca entre participantes de Iruñerria piztera goaz y distintos agentes policiales que se verán desbordados en el seguimiento y la persecución de esos `okupas' que aparecen en cualquier momento y en cualquier lugar, con la acción menos esperada.

Y es que la iniciativa supuso una denuncia mediante acciones directas como el encadenamiento de Labrit y la Plaza Recoletas, colgarse de las grúas de la Plaza del Castillo y de las obras del Euskal Jai, pero también puso humor y colorido en las calles de Alde Zaharra. Los juegos para niños o las kalejiras cantando letras de temas a la orden del día daban cuenta del entusiasmo de los que participaban en Iruñerria Piztera Goaz.

El 18 de mayo se ocupa el Palacio Marqués de Rozalejo en plena Nabarreria, y al día siguiente, la Policía Foral y municipal detienen a 46 personas que se hallaban dentro, así como a otra que estaba cerca. Los vecinos son ahuyentados de sus ventanas mediante disparos de gas pimienta. Un ejemplo agudizado de la represión y criminalización de los intentos de lograr un espacio. Comienza una larga lista de sanciones, con una petición de 4 años de cárcel por subirse a la grúa en las obras del Euskal Jai, o las peticiones de 2 años y medio por encadenarse a un bidón de hormigón.

En total se practican 56 detenciones, y han sido represaliadas 86 personas. Hasta ahora se han celebrado dos jucios: contra agentes forales por la paliza que sufrió un joven en el desalojo del Palacio Marqués de Rozalejo, siendo acusado el joven de «atentado», y el pasado lunes contra los que llevaron a cabo una acción de desobediencia en la Casa de la Juventud. Sin acudir a la vista, se optó por repetir la acción. Hoy a las 19.00 saldrá una kalejira desde Nabarreria, contra la criminalización.

«PIZTERA!»

«¡Cueste lo que cueste tendremos un gaztetxe! se oye, a lo largo de los años, de las noches sin dormir sobre los tejados, a lo largo de las asambleas, de partidos de pelota y pelotazos, de talleres, de palabras y de acciones, de ladrillos y de pintura. A lo largo, y también a lo ancho, de toda Iruñerria». Así resume Taburete taldea este recopilatorio, y añade: «22 años de ocupación recopilados en quince brutales dosis de desobediencia audiovisual que no se andan por las ramas. Autogestión y humildad contra especulación cutre y violencia policial. De los pelos cardados y las chupas de cuero de Katakrak en 1985 a los grafittis y las batukadas de Piztera 2007, de la defensa de las huertas vecinales de Arrosadia a la respuesta de una ciudad puesta en pie contra el desalojo del Euskal Jai. No van a darte la llave».

«Piztera!» está disponible en diversos establecimientos de Euskal Herria, y se puede descargar en la página www.3gazte.com. Ha sido presentado en locales como Subeltz en Iruñea y en gaztetxes de Barañain, Altsasu y Zizur. Hoy será en el de Beasain, a las 20.00, con concierto de Karkaba. El 2 de febrero se presenta en Aibar, y el día 15, en Burlata.

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