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Cuando la clase política alemana se convierte en portavoz de la industria no hay siglas que valgan

A escasos días de las cruciales elecciones de Hesse, al SPD le ha salido un enemigo procedente de sus propias filas. Clement, fichado por la multinacional energética RWE, no ha hecho sino seguir el camino trazado por otros políticos contratados por la gran industria como el propio Schröder

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Ingo NIEBEL

Con ciertos amigos no hacen falta enemigos, dice el refrán. Esta experiencia la acaba de tener la presidenta del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) de Hesse, Andrea Ypsilanti. A escasos días de las elecciones el domingo al land, los sondeos le auguran un empate técnico con el actual ministropresidente de este land, Roland Koch (CDU). El cristianodemócrata intenta seguir en el poder reactivando el anticomunismo que caracterizaba a su partido en la Guerra Fría, adoptando posturas neonazis respecto a la inmigración y atacando directamente a su rival. El estilo de Koch motivó un pequeño tirón de orejas por parte de la canciller Angela Merkel y algunas críticas por parte de la ejecutiva nacional de la CDU.

Pero desde el fin de semana cuenta con una inesperada ayuda en su pugna por la presidencia: nada menos que el ex ministro de Economía del canciller Gerhard Scrhöder, el socialdemócrata Wolfgang Clement, criticó duramente a Ypsilanti por su programa de política energética. Desde la páginas del diario conservador «Die Welt», el ex político invitó a no dar el voto al SPD. Ante la subida de la electricidad y los existentes monopolios, Ypsilanti ha propuesto una diversificación de la producción energética, ampliando el sector de las energías renovables.

«Quien llama a no votar al SPD se merece un proceso de expulsión» reaccionó el presidente del grupo parlamentario del SPD en el Parlamento Alemán, Peter Struck, a las palabras de Clement. A su ex colega de gabinete le acusó publicamente de haber causado daño al partido en esta situación cuando los socialdemócratas están a punto de conseguir una victoria política, un año antes de las elecciones generales. Struck recordó que «él no sería nada sin el SPD». Ypsilanti ha contraatacado diciendo que Clement «está a sueldo de RWE».

Un gran monopolio

La RWE es uno de los cuatro monopolios que dominan el mercado energético en Alemania. La empresa controla el oeste alemán, una zona donde Wolfgang Clement gobernaba el estado federal de Renania del Norte Westfalia antes de integrarse en el gobierno nacional. Después de la debacle electoral de 2005, el ex ministro fue nombrado miembro del consejo de vigilancia de la RWE en 2006. Además, el ex periodista ocupa el mismo cargo en las casas editoriales Landau Media AG, Wolter Kluwer Deutschland GmbH y M.DuMont Schauberg. Clement fichó también por la empresa de Trabajo Temporal DIS que pertenece a la multinacional suiza Adecco. Durante su época de ministro, el socialdemócrata liberalizó las leyes de Trabajo Temporal.

Clement sigue los pasos del que fuera su canciller. Gerhard Schröder actúa asimismo en diferentes sectores aparte de dar ponencias y de asesorar a la editorial suiza Ringier y al banco Rothschild. La polémica surgió cuando en 2006 ocupó la presidencia del consejo de vigilancia de la NEGP Company, una sociedad creada por el trust energético ruso Gazprom y las multinacionales alemanas BASF y E.ON. La NEGP construye un gaseoducto que va de Rusia a Alemania pasando por el Mar Báltico. Desde el Gobierno, Schröder había asentado las bases políticas y jurídicas de este proyecto. En 2006 Schröder arremetió contra la política de Merkel respecto a Rusia. Y el europarlamentario verde Daniel Cohn-Bendit le propuso como enviado especial de la UE para Bielorrusia.

Mientras tanto, su ex ministro de Defensa, Rudolf Scharping, ha optado por crear una asesoría que lleva su nombre. Cara a la opinión pública, el responsable militar de la guerra contra Yugoslavia aparece como presidente de la Federación Alemana de Cicilismo, haciendo comentarios contra el dopaje.

Detrás de esa fachada pretende entrelazar la política, la economía y la administración en proyectos comunes. En estos suculentos negocios suelen intervenir los fondos de inversión. Scharping asesora a uno de ellos: el Cerberus Capital Management administra más de 20.000 millones de dólares y controla a un sinfin de empresas que mueven unos 60.000 millones de dólares.

Parte de sus beneficios se deben a que políticos como Clement, Scharping y Schröder les abren las puertas tanto a nivel nacional como internacional.

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