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Deportación y racismo hacia los vascos

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, trataba, hace sólo unos días durante una visita a Pau, de introducir una variable racista en el conflicto político, con expresiones armadas diversas, que se vive en Euskal Herria. Tampoco en esto es original el mandatario conservador, que quizás se inspira en la literatura garzoniana, que ya intentó acusar a la izquierda abertzale de «limpieza étnica». Desde esta perspectiva, la alusión de Sarkozy podría quedar en mera anécdota a cargo de un presidente que ha expulsado en 2007 a 24.000 «inmigrantes ilegales» y que considera «escoria» a los jóvenes que viven en unas banlieues que se incendian periódicamente en razón de las graves discriminaciones raciales y económicas que se concentran en su seno.

Sin embargo, un hecho conocido ayer, como es la muerte de un represaliado vasco en Cabo Verde ofrece la oportunidad de devolver la reflexión de si el uso recurrente de la deportación contra los vascos puede asimilarse a un ejercicio de racismo institucional.

Durante la Revolución Francesa -que suprimió la autonomía de Zuberoa y Lapurdi, anexionó la Baja Navarra y lanzó un basto programa de asimilación cultural- más de 4.000 labortanos, en su mayoría habitantes de Sara y alrededores, fueron deportados por negarse a hacer la guerra a los vascos del sur. Al final de la Guerra Civil, no menos de 6.000 combatientes vascos fueron deportados al campo de concentración de Gurs.

En la década de los 80, medio centenar de militantes de ETA fueron deportados, en la antesala de las expulsiones masivas de refugiados hacia el Estado español. Desde entonces, varios centenares de vascos han visto vulnerado su derecho a vivir en la parte de Euskal Herria que administra la República francesa.

La mayoría de las muertes de la deportación moderna han ocurrido en Cabo Verde. Juan Ramón Aranburu y Angel Lete, murieron en el país africano. Y Emilio Martínez de Marigorta perdió a un hijo y a otros cuatro familiares en un accidente. El santurtziarra Endika Iztueta se suma a esa lista de víctimas de la condena sine die, del limbo legal para vascos llamado deportación.

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