Fede de los Ríos
«Dominus bobiscum» o el dominio sobre los bobos
Dicen mis amigos que me repito como el ajo. Pero... ¿qué quieren que les diga? Ellos, los obispos, no callan. Primero inventaron el concepto de Dios que, en palabras de mi tocayo Nietzsche, cristalizaba el odio contra la vida; el alma para despreciar el cuerpo; el más allá para que estuviésemos jodidos pero contentos en el más acá. Pecado, tortura y culpa aparecieron de la mano. El miedo de los hombres, fruto de la ignorancia, hizo el resto.
Tras siglos de oscuridad provocada por la losa monoteísta, con millones de víctimas, los humanos ayudados de la facultad de la razón pudieron sacudírsela de encima, y con ella también a nobles y reyes (poder y monoteísmo van de la mano). Así se estableció la formal separación de Iglesia y Estado, llevando la religión al ámbito de lo privado. Europa se volvió laica y más feliz. ¿Toda Europa? ¡No, por Dios! el trozo que se extiende entre Pirineos y Gibraltar resistió los embates de la Ilustración al grito de «vivan las cadenas». Así seguimos, católicos, apostólicos y romanos.
Por eso los capos espirituales, en esa parodia de democracia que llaman elecciones, se ven obligados a dirigir el rebaño al redil y, en nombre de una patología mental personal y privada, quieren organizar nuestras vidas y el espacio público. Igual es necesario no ser tan educados y hacerles saber, con acciones que no dejen atisbo de duda, que no estamos dispuestos a seguir soportando su tutela. ¿Quiénes se creen que son esos señores que viven como Dios? A gastos pagados por el dinero público, sin dar un palo al agua. Lujosamente vestidos, enjoyados y perfumados. Apartados de las preocupaciones mundanas de mantener familia y llegar a fin de mes. En mansiones, con salones en los que se pueden hacer varias viviendas de VPO, con servidumbre a su disposición. Y en un ejercicio de cinismo sin parangón predican la pobreza al tiempo que escrituran a su nombre propiedades del pueblo y especulan en bolsa.
Si nazismo y fascismo fueron movimientos irracionales al servicio del capital, lo del nacional-catolicismo español no tiene nombre. No es únicamente irracional, resulta ya la quintaesencia de lo perverso con una avidez sin fondo por lo ruin. Mienten hasta cuando pretenden decir la verdad. Niegan lo obvio sin mover pestaña alguna.