En los edificios nobles existe una escalera de servicio. Se entiende que no se deben mezclar los repartidores del mercado con las señoras que viene de misa. En la televisión actual hay una escalera de servicio que está colocada en la programación de las mañanas de los entes públicos. Quizás la escalera de caracol que llega desde el infierno de la no existencia al cielo de las religiones lo tengamos en este momento en La 2. Su programación se está convirtiendo en meramente residual. Si no es una acción voluntaria de los actuales dirigentes, lo parece. Y despierta alarma.

En el contrato-programa por el que se rigen los entes públicos de radio y televisión, se deben cumplir una serie de objetivos y cubrir unos campos que se entienden como de servicio público. Por ejemplo: ceder gratuitamente espacio, medios y tiempo de parrilla a una serie de religiones que se suponen van a transmitir su idea del mundo. Parece claro que es la religión de esos carcas obispos tan amanerados que están todos los días en la calle y en la tele la que más tiempo, espacio, medios y dinero recibe. Por los que los que no es que seamos apóstatas, sino que somos ciudadanos libres, sin negación, estamos bastante cabreados. ¿Dónde está escrito que una misa es un servicio público universal? Quien quiera una misa que se la pague. Que se transmitan en PPV, es decir pagar por ver. Si empezamos por aquí, iremos entendiendo cómo los entes son anticonstitucionales, una mafia religiosa, partidista, ideológica, económica que los domina con el beneplácito de unos políticos electos que les importa muy poco lo que suceda en ellos, siempre que aparezcan en los teleberris.

Ayer sábado estuve un tiempo viendo «Escuela de padres» en La 2, y la verdad es que siento que es otro programa que debería verse de manera restringida, con acceso por clave, porque emitido así en abierto, me pareció absolutamente descorazonador. ¿Tiene que ser la tele la que nos enseñe lo básico de la paternidad, la maternidad y la convivencia en familia? Además, casi todo lo que escuché me sonaba muy poco laico y plural. No sé, la noción de familia estaba demasiado ideologizada al servicio de una parte.