Maite SOROA | msoroa@gara.net
Burla quien puede... no quien quiere
Para una vez que a servidora se le antoja razonable una decisión del presidente de la Junta de Andalucía, el «barón socialista» Manuel Chaves, resulta que se trata del mayor despropósito imaginable. Para los de la ultraderecha española, por supuesto.
Ayer en «La Razón», Cristina López Schlichting se mofaba del saber y nos contaba que «mueve a risa, por no decir a la pena, que Chaves proponga que los andaluces estudien catalán, vasco o gallego». No es eso lo que ha propuesto, pero en fin...
Y es que, según López Schlichting, «en Andalucía se habla español, de forma muy hermosa. Además ¿por qué tendría un andaluz que aprender otro idioma para moverse por su patria? Que arregle Zapatero el desprecio diario que padecen los castellano-parlantes en Cataluña, Galicia y País Vasco en lugar de exigir que la gente que habla español cambie de idioma. Asusta muchísimo ver cómo el castellano retrocede cada vez más». No sería malo, por ejemplo, saber catalán para comunicarse en Catalunya, o francés si se quiere vivir en París. Pero eso a la columnista no le entra bajo la boinica.
Y ahora da la voz de alarma: «estamos llegando al extremo de que quien sabe catalán, euskera o gallego, lenguas bonitas e interesantes pero absolutamente minoritarias y por ende inútiles en el concierto internacional, parece tener un plus sobre quien habla español». Lo de «bonitas pero inútiles» tiene un tufilllo entre machista y xenófobo ¿no les parece?
Y, además, que se sepa, Chaves no ha propuesto sustituir el euskara por el castellano en los colegios andaluces, pero dejemos a la fachenda regodearse en su pozal.
Y si quieren conocer una de las cimas más altas del estrambote sigan leyendo: «Pero bueno, cuando te asomas al mundo ¿de qué se habla más con relación a España, del sol de Andalucía, de su arte y de su belleza o de la barretina y la butifarra? Los japoneses se pirran por aprender flamenco y guitarra clásica ¿y nosotros vamos a poner a los de Sevilla a aprender el aurresku?». Este es el nivel de la inteligentsia del nacionalismo español. ¡Temblemos!