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crónica | año nuevo chino

El temporal ha amargado la fiesta a millones de personas

China ha celebrado esta pasada noche la entrada en el nuevo año, el de la rata, con festejos ahogados por el temporal que ha impedido el retorno a casa de millones de obreros emigrantes, que se han desplazado en busca de trabajo en el interior del país asiático.

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Stephanie WONG Periodista de AFP, en ShenzenP

ara los chinos, el año nuevo del calendario lunar es la fiesta más importante y sirve para los reencuentros familiares, permite celebrar grandes banquetes y cogerse unas vacaciones en pleno invierno.

Este año, el cerdo deja paso a la rata, el primero de los animales del zodíaco chino.

Pero el roedor no ha sido portador de fortuna para los millones de viajeros que se han quedado atrapados estos últimos días en las estaciones, los aeropuertos y las carreteras debido al temporal, calificado de excepcional por los meteorólogos, que lo han atribuido al fenómeno climático de La Niña, que provoca el enfriamiento de las aguas del océano Pacífico. Tras tres semanas de nevadas y heladas en el centro y el sur del país, que han afectado al menos a 105 millones de personas y que han provocado más de 60 muertos, las condiciones han mejorado. Sin embargo, la vuelta a la normalidad es progresiva y muchos obreros emigrantes no han podido coger el tren.

Originario de Hunan (centro), Tang Xiaoling es uno de los más de doce millones de obreros emigrantes -de un total de 30 millones- que no han podido reunirse con su familia de las provincias del interior, las más pobres del país.

«Mi familia me ha recomendado que me quede, porque es muy peligroso desplazarse», explica este hombre de 36 años, que no ha visto a su mujer, ni a sus hijos ni a sus padres desde hace un año.

Trabaja en una fábrica de aparatos de cocina, donde celebró la cena de Año Nuevo. A pesar de la comida gratis, la proyección de películas y la lotería -una idea del patrón instigada por las autoridades para elevar la moral de la tropa-, su corazón está lejos.

«Me siento muy solo y aislado aquí. Mis hijos me llaman todos los días y me preguntan cuándo llegaré a casa. Realmente, me echan mucho de menos», explica Tang.

La fábrica de Tang, Main Power, ha reabierto sus dormitorios y ha contratado a un grupo musical para que ofrezca un concierto. «Tratamos de hacer que se sientan como en casa», señala Hu Qiong, responsable de recursos humanos.

Zhan Yaxun, empleado en un centro de investigación, se alegra de sus vacaciones forzosas en Cantón. «Esto me da una excusa para poder quedarme y poder ir de compras con mis amigos», dice este joven de 25 años.

En el resto del país, los primeros petardos se han encendido como preludio de una cacofonía general que llenará la noche con fuegos artificiales para hacer huir a los demonios.

En Pekín, las tradicionales ferias en los templos, donde los visitantes pueden comer y distraerse, han adquirido tonos olímpicos seis meses antes de que empiecen los Juegos. Al sur de la capital, la feria de Longtan ofrece la posibilidad de practicar deportes incluidos en el programa olímpico.

Zhao Guo, de 26 años, ha probado el remo gracias a una máquina especial. «Antes de verlo en la televisión, he podido probarlo. Este año todo es diferente, todas las conversaciones son sobre los Juegos Olímpicos», señala.

También en Canadá

En Vancouver, el Año Nuevo chino se festeja con sones de gaita escocesa y ritmos amerindios, en una fiesta que cada vez se parece más al carácter cosmopolita de esta metrópoli del oeste de Canadá.

Este fiesta se celebra desde hace décadas en Vancouver, una ciudad de 2,2 millones de habitantes, de los que hasta el 40% son de origen chino.

Pero si antes únicamente los chinos participaban en las celebraciones organizadas en el Chinatown de Vancouver, actualmente se ha convertido en un festejo multicultural, según destaca Syrus Lee, promotor del evento.

Para muchos de sus habitantes, la mezcla de culturas, de tradiciones y de razas que forman parte del carácter multicultural de Vancouver es algo que viven con absoluta cotidianeidad.

 

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