Recordar a los asesinados, a los castigados, a los humillados, a aquellos que, además, fueron enterrados en el silencio, en el olvido, de quienes fue prohibida hasta su memoria, es una complicada pero loable labor. Hacerlo al margen de normativas oficiales que no persiguen la verdad y la reparación dota a esa labor de un valor añadido. El libro de Xabier Portugal «Pasaia 1931-1939. Zanpatuen oroimina» es una muestra de ese paciente trabajo. Se trata de una obra «sencilla», circunscrita, como el título indica, a los represaliados pasaitarras, y sólo a ellos; es decir, no menciona a los verdugos toda vez que, como afirma el autor, ése sería otro libro. Así pues, su único objetivo es, nada más y nada menos, que recuperar la memoria robada de los doblemente enterrados, desde la dolorosa conciencia de la necesidad negada de sacar a la luz a las víctimas de esa enorme injusticia; la necesidad de rescatar la verdad ocultada o tergiversada. Pero su aparente sencillez en modo alguno le resta importancia, máxime si este tipo de trabajos prolifera y entre todos ellos componen una tan grande como necesaria obra de recuerdo de aquéllos a quienes les fue desmentido el sufrimiento e incluso la muerte.