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El triste adiós de uno de los artífices del equipo campeón

Joseba ITURRIA

La muerte de Genaro Zelaieta a las 53 años deja a la familia blanquiazul sin uno de los integrantes de aquel once campeón que todos los guipuzcoanos guardan en su memoria. Aunque los humanos insistamos en decir que todos somos iguales, todos somos distintos. Hay hombres y mujeres, morenos y rubios, ricos y pobres, gente que tiene suerte y nace con el pan debajo del brazo y otra que no la tiene y tiene que reunir todas las migas para poder tener su pan.

Genaro Zelaieta es un buen ejemplo de una persona sin suerte que ha tenido que trabajárselo todo en la vida. Es mala suerte que una persona a los 53 años deje de vivir, como lo es que perdiera en accidente de coche a su hijo Unai cuando acababa de cumplir 18 y volvía de un entrenamiento del juvenil realista. Pero la gran virtud de Genaro fue su fortaleza para superar golpes tan duros como ése, en lugar de hundirse fue capaz de dar vida a otra hija, y para ganarse un sitio en el fútbol sin que nadie le regalara nada.

Fichó por la Real con diecisiete años y hasta sacar su carnet de conducir tenía que andar dos kilómetros desde su caserío hasta Bera para hacer dedo y lograr que alguien le llevara hasta Irun para coger el autobús que le desplazaba a Mundaiz, donde entrenaba el juvenil realista. Y vuelta con el mismo sistema.

Cuando sacó el carnet de conducir se evitó esa aventura diaria, pero necesitó seis años en el filial hasta que se le presentó la posibilidad de subir al primer equipo. Pocos jugadores, él y Periko Alonso son las raras excepciones, han necesitado tantos años en el filial y han sido grandes futbolistas. El de Bera incluso estaba a punto de arrojar la toalla porque en las tres últimas temporadas veía que pasaban muchos defensas y para él nunca había un hueco.

Así empezó a trabajar en un banco y cuando ya se le acababan las esperanzas Ormaetxea le llamó en 1978 para subir a un primer equipo en el que estuvo ocho temporadas, siete como titular indiscutible, hasta que llegó Toshack para relegarle al banquillo primero y para darle la baja después. Disputó 302 partidos oficiales con la Real, con la que ganó dos Ligas y una Supercopa, y llegó a ser seis veces internacional con la selección española, pero tampoco tuvo suerte ahí porque dejaron de llevarle justo cuando ya pensaba que tenía su plaza para el Mundial de 1982.

Parece obligado hablar bien de los que nos dejan, pero Genaro era una persona especial. Uno tuvo la suerte de coincidir en los partidos que jugaba su hijo en las categorías inferiores, donde tenía un comportamiento ejemplar que no se ve siempre en todos los padres. Tenía el carácter fuerte que le llevó a ser un gran futbolista pese a que nadie le daba una oportunidad, pero también era una persona sentimental y conseguía trasmitir lo que sentía desde un corazón blanquiazul.

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