El Barcelona aparcó la mediocridad futbolística que viene exhibiendo durante esta temporada y recuperó en terreno del Celtic de Glasgow ese juego fluido y vertical cuyo sabor había desaparecido del paladar de los aficionados. El jogo bonito se enfundó la zamarra blaugrana. Toques sutiles, controles imposibles, pases al espacio, remates a tutiplén...

El Celtic se limitaba a correr detrás de un balón que nunca fue suyo. Venía en el guión que el dominio correspondiera a los visitantes y que los locales aguantaran a la espera de las contras. Pero los verdiblancos, con fama de aguerridos, prefirieron que su fiel público disfrutara del espectáculo ofrecido por los Ronaldinho -ayer titular-, Messi, Henry, Eto'o, Iniesta, Xavi, Deco y compañía. El Barça puede estar mejor o peor, pero dejarle que juegue a placer es como ponerse la soga alrededor del cuello.

Pese a todo, el resultado fue corto, visto lo visto (2-3). Porque los azulgrana se contagiaron de la baja intensidad defensiva y permitieron a sus rivales anotar en dos oportunidades. Que fueron casi las únicas que tuvieron. Y porque el Barça podía haber firmado una goleada de escándalo, pero le faltó instinto matador. No obstante, la eliminatoria está vista para sentencia. Salvo debacle, que es el tópico que suele utilizarse en estos casos.

Zarpazo escocés

El monólogo blaugrana arrancó con el pitido inicial. Pero dio primero el Celtic, merced a un centro rematado con la testa por Vennegoor (min.16). El mazazo duró dos escasos minutos, los que tardó Messi en empatar tras jugada de Deco. La dinámica no variaba. Los de Rijkaard eran como un ariete que golpeaba el portón de un castillo de las Highlands. Ya caerá. Más teniendo en cuenta que desde las almenas no caían ni piedras, ni flechas, ni aceite hirviendo...

Y en éstas que hubo un ataque sorpresa. Otro balón al área, Robson que le come la tostada a Milito y Valdés que, un metro por delante de la raya, ve cómo se le cuela en vaselina. Al descanso. Con 2-1. Ver para creer.

De regreso al césped, ambos conjuntos siguieron ejecutando su papel. Pero el portón cedió. La primera brecha la abrió Henry. Balón en banda izquierda, a la altura del pico del área. El francés levanta la cabeza, golpea con el interior de la diestra y la pone lejos del meta Boruc (min. 52). Marca de la casa. Lo que tantas veces ha hecho con el Arsenal o con su selección.

Con las tropas en patio de armas, faltaba subir hasta la torre del homenaje para hacerse con la bandera. Tal honor le correspondió a Messi, que cazó un rebote, recortó en un centímetro cuadrado de hierba y remató al fondo de las mallas. La batalla estaba ganada, y esta guerra también. En cuartos... ya se verá.

Resto de resultados

El choque más atractivo de la jornada -Arsenal-Milan- finalizó con empate a cero. Lo de siempre. Los ingleses desplegaron un juego ofensivo que chocó con la hiperexperimentada zaga lombarda, a la que además le acompaña la fortuna. Esta peli ya la hemos visto. Llegará la vuelta en San Siro dentro de dos semanas y las tropas de Ancelotti pasarán de ronda. A ser posible, con un 1-0 en el último minuto. Son así, no pueden evitarlo.

También hubo tablas en el estadio Gerland de Lyon. El líder de la Liga francesa y el segundo de la Premier se presentaron mutuamente sus respetos a lo largo de una sosa primera mitad. En la reanudación, Benzema -máximo artillero de la competición gala- abrió el marcador con un disparo desde 20 metros. A falta de tres minutos para el final, el Apache Tévez remachaba un balón que vale oro.

En Turquía se vio el otro festival de goles de la noche. El Fenerbahce superó 3-2 a un Sevilla que jugó mejor. Los canarios dirigidos por el mítico Zico se plantarán con una corta ventaja en el Sánchez Pizjuán.