Steve COLLINSON Houston

El electorado estadounidense está participando como nunca en las elecciones primarias y caucus que jalonan la más intensa elección presidencial de la historia del país.

Los simpatizantes demócratas están completamente movilizados ante el duelo entre la ex primer dama Hillary Clinton y el senador negro por Illinois Barack Obama.

Esta fiebre electoral se ha contagiado incluso al electorado republicano, entre el que la participación está también siendo importante. Más teniendo en cuenta que habitualmente sólo los más fieles entre los republicanos acudían a votar en las primarias.

Los analistas aseguran que el descontento de los estadounidenses tras ocho años de presidencia Bush, cuya popularidad sigue en caída libre, la hostilidad hacia la guerra de Irak y la crisis económica tienen mucho que ver con esta participación.

«Es el descontento lo que estimula la participación, sobre todo del lado demócrata», asegura Andrew Kohut, presidente del Pew Research Center.

En el lado demócrata, «hay un deseo profundo de desembarazarse de los republicanos», apunta Eric Davis, profesor de Middlebury College. Si a ello sumamos el cerrado duelo entre Obama y Clinton de las últimas semanas nos encontramos con que «los electores sienten que su voto cuenta y participan».

Los analistas ya han empezado a elucubrar sobre la previsible participación en las presidenciales de noviembre y casi todos pronostican que será mayor que hace cuatro años, cuando superó el 60% de los inscritos para votar. «Si Obama es el candidato demócrata, yo creo que la participación será muy elevada», augura Davis.

«Si es Clinton, ello podría movilizar al electorado republicano, que aspiraría a quitársela de en medio participando masivamente. La ex primera dama pone nerviosos a los republicanos», añade, para concluir que «en ese caso los demócratas podrían mostrarse menos entusiastas».

duelo mortal para clinton

Clinton afrontaba las primarias de ayer en Texas, Ohio, Rhode Island y Vermont como su última oportunidad para seguir en carrera. Los comentaristas coincidían en que nuevos fracasos en las decisivas Texas y Ohio, que sobrevendrían tras 11 derrotas consecutivas de su candidatura en el último mes, supondrían un freno en seco a sus aspiraciones.

Y no sólo debería ganar. «Si el equipo Clinton no logra una victoria por más de 10 puntos en Texas y Ohio le será casi imposible recortar la desventaja acumulada», aseguró el director de campaña de Obama, David Plouffe.

En un intento de quemar sus últimos cartuchos, la campaña de Clinton difundió un angustioso anuncio televisivo que pregunta a los electores en quién confiarían para descolgar el teléfono rojo en caso de una crisis mundial.

Un sondeo difundido ayer mismo por la cadena C-Spain daba tres puntos de ventaja (47 frente a 44%) a Clinton sobre Obama en Texas, mientras ambos aparecían empatados con el 44% en Ohio. Estos sondeos debían ser tomados con prudencia habida cuenta del complejo escrutinio tejano. Las primarias se organizaban por circunscripciones (31) y el número de delegados de cada una es variable. Los que cuentan con una fuerte comunidad hispana -más favorables a Clinton- están infrarrepresenrados frente a los urbanos, más proclives a Obama.

Obama soñaba ayer con adjudicarse oficiosamente la candidatura demócrata, algo que el republicano John McCain tenía al alcance de la mano habida cuenta de que le faltaban un puñado de delegados. Al senador por Arizona le faltaban 72 delegados para cantar victoria y estaban en juego 265.