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Aiora Epelde y Nekane Jurado Militantes de Bilgune Feminista y Elkartzen, respectivamente

Día de la Mujer Trabajadora, día de reflexión política

Querer vivir en condiciones de justicia e igualdad nos obliga a las mujeres a tomar una participación práctica en todas las esferas de lo social y lo político, pero desligándonos de los intereses creados, de los cuales los partidos políticos son correa de transmisión

Es necesario que las mujeres pasemos a ser un agente político activo, interviniendo de forma directa en la política. Si cuando decimos «política» pensamos en el cerrado marco institucional, en el reducido mundo de los políticos y en los criterios y formas actuales en que los gobernantes gestionan los recursos naturales, humanos y económicos, reprimiendo el funcionamiento armonioso de la comunidad humana, entonces es difícil afirmar que queremos colaborar a que crezca la conciencia política de las mujeres. Y, más difícil aún, conociendo que en el proceso de socialización que hemos vivido las mujeres a través de la historia, hemos sido excluidas sistemáticamente de la participación política y relegadas en todo momento a la producción del trabajo socialmente necesario, dentro del cual el trabajo doméstico supone la mayor parte. Aunque en el último siglo las luchas de la liberación de la mujer hayan conseguido logros, en la realidad de organización socio-político-económica patriarcal quedan muy matizados.

Es difícil para las mujeres el pensar en clave política, cuando lo que encontramos en el marco político es olvido sistemático de casi todas las situaciones de discriminación en todos los ámbitos (el económico, el laboral, el sexual, el lúdico, el deportivo, el cultural...), que los intereses de las mujeres aparezcan siempre en último lugar (como un pegote de un programa presupuestario especial), manipulación para integrarnos en programas masculinos, en definitiva un constante engaño envuelto en discursos de «igualdad» y «paridad».

Por ello las mujeres debemos de partir de un concepto nuevo de política, de la política que esta por nacer y por crecer, y que será parida por nosotras las mujeres, por las dadoras de vida, con dos pechos para amamantar sin exclusiones a los dos géneros.

Querer vivir en condiciones de justicia e igualdad nos obliga a las mujeres a tomar una participación práctica en todas las esferas de lo social y lo político, pero desligándonos de los intereses creados, de los cuales los partidos políticos son correa de transmisión. Las mujeres debemos trabajar prioritariamente bajo el concepto de genero y clase, para conseguir un reparto justo de los bienes y del esfuerzo para su obtención, todo ello dentro de unas condiciones de respeto y libertad que posibilite la convivencia entre todas las personas y todos los pueblos.

La intervención en la gestión de lo político, parido por mujer, nos ayudará a ampliar el ámbito de la vida individual, porque nos descubre que además de los problemas individuales y familiares existen problemáticas, necesidades, aspiraciones comunes a la colectividad y que también el funcionamiento de la comunidad humana y de la naturaleza que la sustenta, nos atañe personalmente, a nivel de sentimientos, de ideas, de acción individual y organizada y sobre todo, a nivel de aportar una esperanza real de progreso humano.

Tras seis años de la Carta de Derechos de las Mujeres las que nos movimos para hacerla realidad, junto con más fuerzas que se sumen, debemos fijar las bases de un nuevo sistema que tenga como eje central la integridad de las mujeres como personas y como colectivo social. Ofrecer alternativas reales, esa es la apuesta de las personas que conforman el movimiento popular, donde el movimiento feminista debe de aportar sin perder sus objetivos, ni su identidad. Hay que retomar la palabra solidaridad, no como concepto aburguesado que sitúa por encima al que la ejercita, sino como pacto de con-vivencia. Solidaridad y con-vivencia entre géneros, con inmigrantes, con jóvenes y pensionistas, con pueblos y lenguas, con Ama Lurra... con todo lo que es despreciado por el modelo económico de la globalización, y los políticos que la sostienen.

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