El mercante encallado en Jaizkibel corría el riesgo de hundirse
Un buque mercante de bandera de La Antigua y Barbuda encalló la noche del jueves en aguas de Hondarribia, en la ladera de Jaizkibel, cuando se dirigía desde Baiona hacia el puerto de Pasaia para cargar productos siderúrgicos. Fuentes portuarias, de la Ertzaintza y de la Cruz Roja informaron de que ninguno de los siete tripulantes resultó herido. La embarcación Maro llevaba 54 toneladas de gasoil y otras 2,6 de aceite. El accidente provocó un vertido de fuel.
GARA |
Un barco mercante de bandera de La Antigua y Barbuda encalló la noche del jueves a dos millas del Cabo Higer, en la ladera del monte Jaizkibel, entre el puerto de Pasaia y Hondarribia, tal como confirmaron fuentes portuarias, de la Ertzaintza y de la Cruz Roja. En el buque únicamente navegaban siete tripulantes y ninguno de ellos resultó herido.
Las citadas fuentes precisaron que el Maro, nombre de esta embarcación de 96 metros de eslora, procedía del puerto de Baiona y se dirigía al de Pasaia para cargar productos siderúrgicos. Concretamente, había solicitado permiso para atracar en el muelle de Capuchinos.
Según concluyeron los primeros informes emitidos por los propios responsables del barco, un fallo en las máquinas que propulsan el buque hizo que éste embarrancara, lo que ocurrió en una zona rocosa de las faldas de Jaizkibel, en el tramo comprendido entre Higer y Punta Turulla, todavía fuera de la denominada «zona de influencia portuaria» de Pasaia.
El incidente sucedió sobre las once de la noche del jueves. Nada más recibir la noticia, dos remolcadores de veinte metros de eslora se desplazaron al lugar para auxiliar al buque varado, aunque las maniobras de recuperación del barco, en el que por la mañana todavía se encontraba la tripulación, se fueron prolongando hasta que anocheció ayer.
El Maro navegaba en lastre, es decir, sin más carga que el combustible y el agua que precisamente se almacena como lastre para dar estabilidad a la embarcación. Tras encallar se encontraba apoyado en roca en su mitad de popa mientras que la proa se mantenía libre de fondo.
También se anunció que se esperaban que llegara a la zona el remolcador Alonso de Chaves, de mayor potencia y que, según fuentes de Cruz Roja, ya había partido del puerto de Gijón. Por su parte, el armador contrató a los remolcadores Facal 18 y Facal 19 para intentar rescatar la embarcación.
Salvamento Marítimo, que fue el organismo encargado de coordinar las labores de rescate, precisó que en la zona se desplegó un amplio dispositivo. En él participaron una embarcación Salvamar Orión y el helicóptero Helimer Cantábrico, así como el equipo de Operaciones Especiales de la Base Estratégica de Santander. En el lugar se encontraban también un técnico de Coordinación de Emergencias del Gobierno de Lakua, y se esperaba la llegada de un equipo de buzos de Galicia, concretamente de la Base Estratégica de A Coruña. Este equipo sería transportado por un avión de Salvamento Marítimo.
De los siete tripulantes, seis fueron evacuados, mientras que el capitán decidió permanecer en el buque, sin atenerse a «las órdenes de abandono del buque dadas por el armador y por la Capitanía Marítima», según afirmó la Subdelegación española.
«Pequeña fuga»
Ya por la noche, la Subdelegación del Gobierno español en Gipuzkoa alertó de que el buque «no tiene estabilidad para poder ser reflotado por medio de los remolcadores desplazados», y añadió que podría «hundirse si se procediera a dicha operación». En el comunicado emitido se señaló que se habían iniciado las tareas de retirada del combustible y de los aceites a bordo para evitar cualquier foco de contaminación.
El buque tenía inundada la cámara de máquinas y contaba con «una cantidad importante de agua en las bodegas». Concretamente, llevaba 54 toneladas de gasoil y 2,6 toneladas de aceite. Según explicó el Departamento de Interior de Lakua, sufrió una pequeña fuga de fuel debido a la existencia de una fisura en el casco.
Por la mañana los siete marineros del buque que se dirigía desde Baiona hacia Pasaia se encontraban a bordo. Luego el capitán se quedó solo, ya que no consideraba necesaria su evacuación.
La Subdelegación del Gobierno español afirmó que el buque no tenía estabilidad para poder ser reflotado, por lo que se iniciaron las tareas de retirada del combustible para evitar la contaminación.