A pesar de haber acumulado una buena hoja de servicios en los equipos de las categorías inferiores de Lezama, Aurrera de Vitoria y Lanzarote, el nombre de José Luis Mendilibar comenzó a sonar con fuerza al frente del Eibar. Bajo su dirección, el conjunto armero, con mimbres tan sólidos como Iraizoz, Karmona, Gaizka Garitano, David Silva, Iñigo Vélez o Joseba Llorente, estuvo pugnando por el ascenso a Primera hasta la última jornada de la 2004-2005.

Su magnifica campaña, basada en un fútbol presionante y arrollador ante cualquier rival, le valió el pasaporte para el banquillo del Athletic, plaza que siempre ha tenido fama de auténtica «silla eléctrica» y que esa temporada tenía unos tintes muy especiales. La renuncia de Valverde a continuar llegó marcada por su poca sintonía con Lamikiz, los informes que pedían el traspaso de Yeste y Asier del Horno, la petición de renovar como mucho por un año de Javi González o la participación en la Intertoto. Todo ello no benefició en nada al trabajo del preparador vizcaino.

Fue precisamente la competición europea donde Mendilibar se estrenó como rojiblanco. El de Zaldibar apenas tuvo días de descanso entre el final de la Liga en Segunda y la primera sesión como técnico rojiblanco. Los homenajes y su presentación como míster del Athletic no le dejaron tiempo para el asueto.

La participación en la Intertoto, con eliminación ante el Cluj, el diseño de la pretemporada, la ausencia de fichajes o algunas decisiones en la gestión de la plantilla sembraron dudas. Pero de ahí al tratamiento que algunos medios le dieron, de tintes conservadores en su mayoría, existe un abismo. Así, la actitud que adoptaron algunos hacia el zaldibartarra fue muy poco elegante. Con esa atmosfera y seis puntos en 11 partidos, «Mendi» fue cesado.

La temporada pasada fichó por el Valladolid y batió todos los registros en Segunda División. Este año, con 31 puntos, los pucelanos están cumpliendo un papel más que digno. Confiado en su idea de futbol, en octubre Mendilibar definió así a GARA su planteamiento: «Yo estoy convencido de mi trabajo. Si lo he podido hacer en todas las categorías, ¿por qué no iba a hacerlo en Primera? No quiero demostrar nada a nadie, no tengo ninguna espinita clavada».