Pese a que el punto obtenido y el mejor gol average con el Las Palmas le permiten abandonar por una semana los puestos de descenso que ocupaba, el Alavés experimentó una mejoría insuficiente ayer ante el Salamanca. Aunque hubo motivos para ser optimistas -más en una noche en la que muchos representantes políticos hicieron verdaderos ejercicios de funambulismo para esconder sus fracasos electorales-, lo cierto es que la mejora experimentada ni fue todo lo contundente, ni duró todo lo que hubiera sido deseable.

Pese a los problemas de última hora -Edu Alonso no pudo jugar por tener que acudir a una mesa electoral y Pablo Casar sintió molestias en el calentamiento que le impidieron jugar- el Alavés salió muy enchufado al campo y disputó una buena media hora en la que le faltó acierto. Con un centro del campo completamente novedoso con Stevanovic y Lacen de pivotes, Sergio por la derecha y dos delanteros, el Alavés presionó bastante arriba y, tocando la pelota en corto, tuvo hasta tres buenas ocasiones que ni Toni Moral, en dos ocasiones, ni Raúl Sánchez supieron materializar.

La movilidad de un Gabri muy voluntarioso que se dejaba caer a banda derecha otorgó al centro del campo albiazul una superioridad numérica que supo administrar bastante bien aunque le volvió a faltar algo más de lucidez en el último pase. A pesar de que Toni Moral estuvo demasiado individualista en algunas fases, el movimiento del balón fue bastante fluido y se pudieron ver combinaciones de las que hacía tiempo no se habían visto. Sin embargo, a falta de acierto en los últimos metros, esta buena fase se quedó muy corta.

Poco a poco, el Salamanca supo ir igualando la contienda en la medular y la fluidez albiazul fue decreciendo hasta el punto de que no hubo una sola buena oportunidad clara para el equipo de casa. Todo lo contrario, fue Quique Martín el que, en un pase profundo en el que Bernardo no se coordinó con la zaga, más cerca estuvo de inaugurar el marcador.

Decide el banquillo

El banquillo fue una de las claves por las que el guión cambió radicalmente en la segunda a mitad. Juan Ignacio Martínez estuvo muy listo a la hora de sacrificar a un delantero como Postigo para dar entrada a un media punta como Jorge Alonso con el que igualó numéricamente la lucha por el centro del campo. Sin ese control de la zona ancha, el juego ofensivo de los de Salmerón se paró en seco y la principal vía de ataque fueron los saques de banda colgados al área en los que Raúl Sánchez impuso su ley.

El cansancio también empezó a hacer mella en un Alavés en el que Toni Moral no estaba bien físicamente y en el que dos jugadores como Sergio y Stevanovic también bajaron muchos enteros en su rendimiento.

Los cambios también beneficiaron mucho al Salamanca, que tuvo otras dos grandes oportunidades tras penetraciones por la banda derecha. Mientras Dañobeitia sí que supo refrescar el ataque charro, ni Jairo ni Miguel Pérez aportaron nada de lo que los jugadores sustituidos no pudieron ofrecer. Otra vez con más corazón que juego, hubo arrebato, pero éste se quedó en un disparo lejano de Sergio Rodríguez y el empate a cero tuvo que ser tomado como «mal menor» gracias al resto de los resultados.

Mehdi Lacen

A medida que el equipo iba perdiendo fuelle, el argelino fue emergiendo para convertirse en el auténtico motor del equipo, aguantándolo en una fase con claras lagunas del Alavés.