El PSOE venció con holgura en las elecciones y lograba 169 escaños, lo que garantiza a José Luis Rodríguez Zapatero su reelección casi automática como presidente y una nueva legislatura de cuatro años al frente del Gobierno español.

Su formación logró alrededor de un 44% de los votos, dos puntos más que en las elecciones de 2004. Porcentaje que le garantizaba, escrutado el 95% de los votos, cinco escaños más que hace cuatro años aunque insuficientes para lograr mayoría absoluta en el Congreso de Madrid

La formación de Zapatero superó en unos 800.000 votos al PP, aumentando en 500.000 la diferencia con la que ganó el 14 de marzo de 2004.

No obstante, y tal y como ocurriera hace cuatro años, el PP ratificó su solvencia electoral e incluso mejoró posiciones, tanto en porcentaje (40% frente al 37%), como en escaños (154 frente a los 148 escaños que logró por aquel entonces).

Una solvencia que evidencia que la derecha española cuenta con un suelo electoral sólido y con un electorado totalmente fiel, pero que no evita, en todo caso, la segunda, y casi con seguridad última derrota electoral de Mariano Rajoy, quien tomó el testigo de manos de José María Aznar para fracasar en su primer asalto a La Moncloa hace cuatro años.

Prácticamente sólos

Estos resultados evidencian, en todo caso, la agudización -interesada y buscada por ambos partidos- de la bipolarización. Sólo en este marco se comprende que ambos grandes rivales hayan mejorado resultados y concentren el 85% de votos y, por efecto de la legislación electoral, se vayan a la postre a repartir más del 90% del Congreso español. Y es que el resto de partidos que lograron representación no llegaban a sumar 30 de un total de 350 asientos.

Habida cuenta de la marcada bipolarización, el «voto útil», sobre todo desde el electorado situado a la izquierda del PSOE -IU perdió la friolera de 300.000 votos- y la alta participación se revelaron desde el primer momento como decisivos para la victoria del PSOE.

El índice de participación en el Estado español se situó en más del 75%, escasas décimas menos que en las elecciones de 2004, marcadas por los sangrientos atentados del 11-M y las mentiras del Gobierno del PP en torno a su autoría islamista, que provocaron una inusitada participación electoral.

El PSOE se había marcado el 71% de participación ayer como el umbral que le permitiría revalidar su mayoría. Superó este listón con holgura, prácticamente la misma que blindó su victoria. Y falta le hacía, a la luz del resultado del PP.

Los datos ofrecidos por el Ministerio español de Interior en su segundo avance, correspondiente a las 18.00 horas, apuntaban ya esta alta participación electoral en comparación con anteriores citas, concretamente escasos dos puntos menos que hace cuatro años. Así, en los comicios de 2000 en los que Aznar revalidó su triunfo y logró la mayoría absoluta, la participación no superó el 68,71%.

Todos los sondeos a pie de urna difundidos por las cadenas de televisión y radio tras el cierre de los colegios electorales apuntaban ya a una victoria del PSOE y no faltó alguno, como el encargado por la RTVE, que llegaba a augurar la mayoría absoluta para el partido en el poder.

Iniciado el recuento oficial, los primeros datos daban la razón a los sondeos más entusiastas para la formación socialdemócrata, pero a medida que iban avanzando el PP recuperaba posiciones.

Habida cuenta de que ya se había anunciado una batalla cerrada en torno a 21 circunscripciones provinciales, el baile de escaños entre el PSOE y el PP fue una constante hasta bien avanzado el escrutinio, aunque en ningún momento quedó en cuestión la dinámica ya augurada por las encuestas.

Una dinámica que confirmó en las urnas la polarización en torno a los dos grandes partidos, una polarización alimentada sin duda alguna por una campaña electoral que ha inaugurado el formato de debate, a dos vueltas y con una cobertura informativa total.

Derrumbe total de IU

En esta línea, y por lo que toca al resto de formaciones que tenían representación en el Parlamento español, sólo los catalanes de CiU mantuvieron el tipo repitiendo en escaños, lo que les ratifica como decisivos, aunque nunca ineludibles, en cualquier escenario de apoyo parlamentario.

Por contra, IU se convierte en una fuerza absolutamente prescindible. En caída libre desde hace años, sigue siendo la tercera fuerza estatal pero queda por debajo del nivel sicológico del millón de votos.

Tal y como auguraban las encuestas, Izquierda Unida no cosechó más que un escaño (por Madrid), tres si sumamos los dos logrados por ICV-EUiA, los mismos que en 2004 le permitieron tener un grupo parlamentario propio (al sumar cinco escuetos escaños).

El coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, asumió la responsabilidad por el «fracaso político» y anunció que no se presentará a su reelección en la próxima Asamblea Federal de IU, que se celebrará antes del próximo verano.

Hablan los dos rivales

Zapatero compareció minutos antes de las once de la noche ante cientos de militantes y simpatizantes que se congregaron a las puertas de la sede central de Madrid para celebrar la victoria en las urnas.

Tras dedicar sus primeras palabras a recordar al ex concejal socialista de Arrasate Isaías Carrasco, muerto en atentado el pasado viernes, el presidente saliente y electo se comprometió a gobernar en la próxima legislatura desde el acuerdo. «Los españoles han hablado con claridad y han decidido abrir una nueva etapa, una nueva etapa sin crispación, una etapa que excluya la confrontación, que busque el acuerdo en los asuntos de Estado», afirmó en una breve comparecencia.

El presidente del PP, Mariano Rajoy, que llamó por teléfono a Zapatero para felicitarle por su victoria, aseguró que su partido estará «a la altura de las circunstancias» y que defenderá «las convicciones, valores y principios» que él ha representado ante las elecciones de hoy.

En el Senado, y escrutado el 55%, el PP mantenía su mayoría relativa con 99 senadores aunque perdía tres respecto a 2004. Por contra, el PSOE ganaba nueve y sumaba 90.