El origen y el futuro del universo
«Sería bastante pretencioso pensar que estamos solos en el Universo»
Benjamín Montesinos | investigador del instituto de astrofísica de Andalucía
Joseba VIVANCO | BILBO
Nuestro Sol tiene una masa equivalente a una cifra igual a un dos seguido de treinta ceros. Y es una estrellita comparada con otras. La vara de medir de los astrónomos son los años luz, equivalentes a unos 9,5 millones de kilómetros. Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene unos 200.000 millones de estrellas y es una más de las cientos de miles que salpican la bóveda cósmica que nos rodea, una magnitud inabarcable para nuestra mente. Todo eso nació hace 13.700 millones de años a partir de un instante, de un Big Bang.
Permítame la pregunta, pero ¿cómo podría explicarle a mi madre el Big Bang?
Básicamente, hay que partir de unas observaciones que se hicieron a finales de los años treinta del siglo pasado. Un astrónomo norteamericano, Edwin Hubble, descubrió que mirara hacia donde mirara desde nuestra posición, todas las galaxias se alejaban de nosotros. Esto dio lugar al término `expansión' del Universo, porque hasta entonces se pensaba que el Universo era estacional, tranquilo
Uno debe imaginarse a las galaxias como puntitos pintados sobre la superficie de un globo que cuando se hincha vemos que, tomemos como referencia el punto que queramos, todos los demás se alejan. El truco entonces es dar a la película la vuelta y retroceder hasta un momento en que todas esas galaxias estaban como en una especie de sopa cósmica muy caliente, muy densa...
¿Y surgió el Big Bang?
Bueno, los astrónomos nunca hablan de ese instante inicial, sino de cuando el reloj ya marcaba un tiempo. Ése es el Big Bang. Porque los científicos tratamos de explicar cómo funcionan las cosas a través de leyes físicas. Lo que aparece en los libros de cosmología es que el Big Bang es una singularidad, un punto donde las leyes físicas conocidas no se aplican. Entonces, siempre se habla a partir de cuando el reloj marcaba, digamos, una trillonésima de segundo, y a partir de ahí se elabora un modelo. Pero el momento exacto de la explosión puede entrar ya casi dentro de la filosofía o religión, porque antes no había espacio ni tiempo. Los cosmólogos dicen que no tiene sentido hablar de antes, porque el tiempo se creó justo en el instante siguiente.
Es decir, no sólo nos preguntamos aún de dónde venimos como raza humana, sino incluso de dónde nuestro Universo.
Efectivamente.
La imagen simplificada que tenemos del Big Bang es la de una pelotita que explotó y a partir de ahí se generó el Universo.
Hay que sacarse esa idea de la cabeza. Si esa fuera la visión correcta habría una pelotita flotando en la `nada' y también habría un centro de expansión y el Universo se expandiría hacia algo, lo que es incongruente, porque esa `nada' formaría parte del universo. En tres dimensiones es difícil de entender. Piense mejor en el ejemplo del globo y en que usted es un ser de dos dimensiones y su universo es la membrana. Pues bien, para usted, como habitante de ese universo, todo su cosmos es autocontenido, no hay ningún punto privilegiado y todo lo que sucede en el punto del universo en que usted está sucede en los demás puntos. El problema es intentar `verlo' en tres dimensiones, lo cual es imposible, como sería imposible para los habitantes del globo entender que el centro de expansión no está en su membrana. El Universo es sólo la corteza del globo, no hay un centro, ni arriba, ni abajo.
Y ese Universo, como un globo, sigue en expansión...
Y en los últimos años se ha visto que, incluso, de una forma acelerada. Hasta hace quince años los astrónomos lo que buscaban era saber cuánta masa había, porque sabiendo que hubo una explosión inicial y hay materia, en algún momento si esa materia es superior a una cantidad crítica, la propia materia va a poder parar la expansión y quizás se vuelva a lo que se dio en llamar el Big Crunch, es decir, volver al principio, contraerse.
Pero hace unos quince años se descubrió que no, que el Universo se está expandiendo de una forma acelerada, lo cual implica que ha habido que meter en el modelo de descripción del Universo un nuevo ingrediente, con un nombre poco afortunado como es el de `energía oscura', que no tiene nada que ver con la materia oscura. Esta última es materia con propiedades gravitatorias, que no emite luz, pero la energía oscura ahora descubierta tiene un efecto antigravitatorio, es decir, que parece estar tirando del Universo hacia afuera. Y parece ser que esa energía oscura es la que domina el Universo.
¿Y el resto?
En el Big Bang no se crearon todos los elementos químicos de los que nosotros estamos hechos. Sólo surgieron cuatro: hidrógeno, helio y un poco de litio y boro. Los otros se crearon a partir de creación de las estrellas primitivas. Es decir, invita a pensar que todos los elementos de los que estamos hechos se formaron en una estrella. Como también resulta llamativo pensar que el hidrógeno del que estamos compuestos procede de aquel Big Bang. Pero volviendo a su pregunta. Del Universo sólo conocemos el 5%. El resto está formado de materia oscura y, hoy se piensa que en mayor medida, de energía oscura.
¿Y qué es esa energía oscura?
Se desconoce su origen. Dependiendo de su evolución se podría llegar a un escenario futuro novedoso como que las propias galaxias se desgajen dentro de cientos de miles de millones de años. Es lo que, siguiendo con esta costumbre onomatopéyica, se ha llamado el Big Rip, no por el `descanse en paz' en latín, sino porque `rip' es en inglés el gran desgarrón. Parece que los modelos del Big Crunch o los de una expansión tranquila que antes predominaban están hoy fuera de la corriente de conocimiento.
Pero lo que uno sigue sin asimilar, por mucho que nos pongan ejemplos, son las dimensiones del Universo.
Pero le pasa a la gente y a los propios astrónomos. Se escapan porque se salen de la intuición. Ahora mismo, el radio del Universo visible para nosotros es 13.700 millones de años, es decir, los objetos más lejanos a nosotros emitieron su luz hace 13.700 millones de años. Son dimensiones inabarcables. Incluso hablando de magnitudes más a la vuelta de la esquina, la estrella más cercana de nosotros, a parte del Sol, está a cuatro años luz; es decir, un cohete actual tardaría 50.000 de años en llegar a ella. Y hablamos de que está a la vuelta de la esquina. Los astrónomos ya no utilizamos ni el año luz, sino el parsec, que son 3,26 años luz, e incluso hablamos ya de megaparsecs... y con toda la tranquilidad del mundo.
Como para pensar que hay platillos volantes visitándonos...
(Ríe). No tiene ni pies ni cabeza.
Decía de que el Universo tiene 13.700 años, pero matizaba diciendo el Universo «visible».
Así es, hasta lo que hemos observado. Hay teorías que hablan de múltiples universos no conectados con el nuestro, pero, la verdad, a mí esa idea no me importa. Siempre será mejor dedicarnos al nuestro.
Y pensar que estamos solos parece una ingenuidad...
Ahora mismo sabemos que en estrellas muy próximas a nosotros, en lo que se llama la Vecindad Solar, a unos 500.000 años luz de nosotros, se han descubierto ya unos 250 planetas. Los siguientes pasos, que están ya casi en el bolsillo, serán conocer la existencia de planetas rocosos, porque por ahora son todos del tipo Júpiter, gaseosos. Lo que ya se tardará quizá dos o tres décadas será saber cómo son las atmósferas de esos planetas rocosos. Y se buscarán similitudes con la Tierra. Hay que pensar que si en nuestro entorno próximo se han descubierto ya 250 planetas, en toda la galaxia habrá que pensar que hay miles de planetas, y en los miles de millones de galaxias pues... que sería bastante pretencioso pensar que estamos solos. Quizá haya formas de vida distintas a la nuestra, pero es probable que las haya.
Como pretencioso es creer que somos el centro del Universo.
Pero el propio Hubble lo pensó, porque como vio que todas las galaxias se alejaban de la nuestra, pensó que habíamos tenido la suerte de estar en el centro del Universo. Pero volviendo al símil del globo, la realidad es que desde cualquier galaxia se vería el mismo panorama. La idea del geocentrismo o el heliocentrismo ya pasó. No existe un punto privilegiado en el Universo. Lo que hoy sabemos es que nuestra galaxia es una más de cientos de miles.
Que los seres humanos, la propia Tierra, estamos aquí de paso. Somos casi un accidente...
Realmente, sí. Se dieron unas condiciones especiales para que estemos aquí. Pero comparados con el Universo somos nada.
Volviendo a las inabarcables distancias cósmicas. ¿Será factible un día acortarlas a través de los viajes en el tiempo?
En teoría, sería posible viajar hacia el futuro y más deprisa de lo normal, que es lo que deseamos. Hay una paradoja muy conocida, la de los gemelos, en la cual dos gemelos sincronizan sus relojes y uno de ellos empieza a viajar en un cohete a una velocidad próxima a la de la luz; cuando regresa no se encuentra a su hermano ni a los hijos de su hermano, dependiendo del tiempo que haya estado viajando. En ese sentido, ese viaje es posible, teóricamente, y se ha comprobado en aceleradores que estas cosas funcionan. Pero hacer una máquina del tiempo o un cohete que viaje a esas velocidades...
También sería posible jugar con el tiempo acercándose a un agujero negro, porque ahí el tiempo también discurre de una manera distinta, pero claro, una cosa es la teoría y otra la práctica: intentar llegar al agujero negro y atravesarlo... quedaríamos desgajados, físicamente es imposible.
De cualquier modo, la idea aceptada es que algún día saldremos de la Tierra. El veretano y reconocido astrónomo Luis de Gopegui afirmaba que cuando eso suceda, iremos para no volver. Produce desasosiego.
Es que si uno se plantea el viaje a una estrella, incluso a las que están a la vuelta de la esquina, habría que hacer una nave autocontenida y pensar que si nos vamos, una generación pasa muy rápido. Las Voyager llevan treinta años y están un poco más allá de Plutón, que es nada. Apenas hemos salido del Sistema Solar, mientras que un viaje interestelar supone decir adiós y saber que serán las generaciones muy avanzadas las que llegarán allí. Hoy, es un tema de ciencia ficción.