La decisi�n de Badiola de colocar miles de sillas sobre las pistas de atletismo result� una ocurrencia. No se cubrieron ni la mitad de las sillas y adem�s la visibilidad desde las mismas era nula. A ras de suelo ya es dif�cil ver el c�sped desde las primeras filas en un lateral y casi todas estaban colocadas en los fondos, donde los ni�os se ten�an que subir de pie encima de las sillas para intentar intuir algo. Lo mejor fue que no llovi� demasiado, porque todas las sillas estaban en una zona sin cubrir, y la ilusi�n con la que entraron los chavales y sus padres, a los que Badiola salud� en la puerta del estadio uno por uno en un ba�o de populismo. Para eso era mejor haberlos situado en la cantidad de localidades que se quedaron libres. Si todos los asistentes ayer a Anoeta se hubieran sentado en la grada, a�n habr�an quedado m�s de 3.500 localidades sin ocupar. Varios centenares se tuvieron que quitar para las salidas de emergencia dentro del gran montaje sin sentido que supuso un gran coste econ�mico para una Real que no est� para tirar dinero en ocurrencias.