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El experimento de las sillas resultó una mala ocurrencia

Joseba ITURRIA

La decisión de Badiola de colocar miles de sillas sobre las pistas de atletismo resultó una ocurrencia. No se cubrieron ni la mitad de las sillas y además la visibilidad desde las mismas era nula. A ras de suelo ya es difícil ver el césped desde las primeras filas en un lateral y casi todas estaban colocadas en los fondos, donde los niños se tenían que subir de pie encima de las sillas para intentar intuir algo. Lo mejor fue que no llovió demasiado, porque todas las sillas estaban en una zona sin cubrir, y la ilusión con la que entraron los chavales y sus padres, a los que Badiola saludó en la puerta del estadio uno por uno en un baño de populismo. Para eso era mejor haberlos situado en la cantidad de localidades que se quedaron libres. Si todos los asistentes ayer a Anoeta se hubieran sentado en la grada, aún habrían quedado más de 3.500 localidades sin ocupar. Varios centenares se tuvieron que quitar para las salidas de emergencia dentro del gran montaje sin sentido que supuso un gran coste económico para una Real que no está para tirar dinero en ocurrencias.

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