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Ocupación y resistencia en Irak

Ofensiva total contra el principal movimiento chiíta anti-ocupación

Ocupantes y colaboradores han respondido a las protestas del movimiento chiíta antiocupación al-Sadr lanzando una ofensiva contra sus bastiones en Bagdad y Basora y extendiendo el toque de queda a otras cuatro ciudades. Al-Sadr amenaza con extender su desobediencia activa desde Bagdad al resto del país y con dejar sin efecto el alto el fuego unilateral de su milicia, el Ejército de El Mahdi, vigente desde agosto.

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GARA | BASORA

El Gobierno colaboracionista iraquí lanzó ayer una ofensiva general contra el movimiento chiíta al-Sadr iniciada en Basora, ciudad del sur de Irak donde instauró el toque de queda. Extendió además esta medida de excepción a otras cuatro ciudades del centro-sur del país ocupado donde esta corriente chiíta, radicalmente opuesta a la ocupación estadounidense y muy popular entre los sectores más desfavorecidos del país, es particularmente fuerte.

El ataque contra Basora, supervisado personalmente por el primer ministro, Nuri al-Maliki, comenzó al alba y se saldó con al menos siete muertos y decenas de heridos.

Esta ofensiva es la respuesta del Gobierno títere a la decisión del movimiento al-Sadr de iniciar un calendario de desobediencia civil y de huelga en su bastión del suroeste de Bagdad como protesta por las redadas masivas que sufren sus militantes en los últimos meses pese al alto el fuego unilateral decretado por su milicia, el Ejército de El Mahdi, y vigente desde agosto del año pasado.

Este alto el fuego, que el movimiento liderado por el joven líder chiíta Moqtada al-Sadr presentó como un intento de purgar a su milicia de elementos incontrolados, es una de las claves para entender el descenso en los ataques contra las tropas estadounidenses certificado en los últimos tiempos.

No obstante, tanto el alto el fuego como la colaboración de al-Sadr con el Ejecutivo del también chiíta pero favorable a la ocupación Nuri al-Maliki están en la cuerda floja en las últimas semanas. El movimiento al-Sadr retiró a principios de año a sus ministros en el Gabinete títere y su milicia ha amenazado recientemente con retomar las armas para sacudirse la creciente represión contra sus filas por parte del poder ocupante y sus colaboradores nativos.

Movilización a escala nacional

Horas después del inicio de la ofensiva contra sus seguidores en Basora, el propio Moqtada al-Sadr amenazó con extender la desobediencia civil y la huelga visibles en Bagdad a todo el país en caso de que el Gobierno decida mantener su ofensiva.

Una ofensiva que al-Maliki anunció la víspera para «reestablecer la seguridad y la estabilidad e imponer el orden en Basora», segunda ciudad iraquí donde viven 1,5 millones de personas y que por sus reservas petrolíferas y por su posición geográfica es un desafío estratégico para las intenciones ocupantes.

El Ejército regular iraquí comenzó su operativo en torno a las cinco de la madrugada y los milicianos de el Ejército de El Mahdi respondieron tomando posiciones en los accesos de los cuatro barrios de la ciudad bajo control del movimiento.

Los combates se extendieron a otros barrios adyacentes. Durante la mañana, el comandante Abbas Yussef, que tiene a cargo el control del barrio de al-Mauanaa, cifró en cuatro los muertos y en 18 los heridos, todos ellos civiles. Entrada la tarde y coincidiendo con una calma en los combates, fuentes médicas anunciaron haber recibido en el hospital militar de Al-Fayha los cadáveres de dos soldados y de un niño, además de otros 30 heridos, 24 de ellos soldados gubernamentales y policías.

El general Mohan al-Furayji, responsable militar del sur de Irak, anunció el toque de queda y la prohibición de todo desplazamiento de personas y de vehículos en esta ciudad situada a 550 kilómetros al sur de Bagdad.

Basora y su provincia son teatro en el último año de una lucha encarnizada entre distintas facciones chiítas, agudizada además tras la retirada británica a mediados de diciembre.

Lucha por el control de Basora

El pujante movimiento al-Sadr acusa al Gobierno de al-Maliki de sostener a su gran rival chiíta, la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), que es socio en el Gobierno de Bagdad. Un tercer movimiento chiíta, el partido Fadhila (Virtud) es también fuerte en Basora y en todo el sector petrolífero y uno de sus dirigentes, Mohamed al-Waelli, es el gobernador de la provincia de Basora.

El Gobierno de Bagdad amplió ayer el toque de queda a otros bastiones de al-Sadr, concretamente a las ciudades de Hilla. Kut, Samawa y Nasiriyah, entre la capital y Basora.

Precediendo, y seguro que explicando, esta ofensiva, la inmensa barriada chiíta del suroeeste de Bagdad -Medina al-Sadr- amaneció ayer totalmente paralizada tras el llamamiento a la huelga de la víspera por parte del movimiento.

Miles de manifestantes corearon eslóganes patrióticos en defensa de la ley en Irak y contra las redadas de sus miembros.

Las tiendas estaban cerradas, así como las escuelas y las oficinas de la Administración en todo este sector de la capital.

El Gobierno de Bagdad denunció la actuación de piquetes que habrían forzado al cierre a muchos comercios y amenazó con sacar al Ejército a las calles.

El portavoz de el Ejército de El Mahdi en este sector, Abdallah Rikabi, advirtió al Ejecutivo de al-Maliki de que será responsable de un eventual incremento de la tensión en la zona.

Esta huelga general tiene lugar tras expirar el plazo de 24 horas que el movimiento al-Sadr de la capital dio el pasado domingo al Ejecutivo títere para que liberara a todos los milicianos detenidos y para que presentara «excusas oficiales».

Las fuentes convocantes anunciaron que la huelga en Bagdad y el movimiento de desobediencia civil no serían sino las primeras medidas de respuesta a la cacería gubernamental de sus militantes.

Desde Najaf, Moqtada al-Sadr amenazó con una campaña de protesta extensible a todas las provincias iraquíes si el Gobierno no cesa en sus ataques.

El líder chiíta instó, como primera etapa, a la convocatoria de manifestaciones y de huelgas en todas las provincias iraquíes, a las que seguiría la extensión de la campaña de desobediencia civil vigente en Bagdad. Instó a sus partidarios a «tender una rama de olivo y un corán a los soldados iraquíes apelándoles a no seguir obedeciendo al ocupante» estadounidense.

Urgió asimismo a los partidos y a los líderes religiosos a que fuercen al Gobierno a que dé marcha atrás. De no hacerlo, «nuestro líder ha amenazado con hacer uso de otros métodos», advirtió.

La respuesta le llegó entrada la noche. Tropas estadounidenses e iraquíes sitiaron la Medina al-Sadr bagdadí, sobrevolada por helicópteros. La milicia chiíta tomó posiciones y estalló el enfrentamiento, el primeros entre ocupantes y milicianos de el Ejército de El Mahdi desde el bombardeo estadounidense contra la barriada el 21 de octubre que dejó 50 muertos. Toda una muestra de la respuesta ocupante a su alto el fuego.

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Gran Bretaña acogerá a partir del mes próximo a 2.000 iraquíes que trabajaron para el Ejército británico y cuyo futuro se ha difuminado con la retirada británica. Serán evacuados en un plazo de 17 meses y acogidos en el norte de Inglaterra y Escocia.

EEUU planea congelar la anunciada reducción de tropas

El general David Petraeus, comandante de las tropas ocupantes en Irak, abogó el lunes ante el presidente Bush por una pausa de «un mes o dos» en la anunciada reducción del contingente estadounidense después de julio.

Según el diario «The New York Times», tanto Petraeus como el embajador en Bagdad, Ryan Crocker, coincidieron en pedir una pausa tras la retirada anunciada de cinco brigadas en julio, a fin de evaluar la situación sobre el terreno.

El general señaló incluso que «el objetivo de reducir tropas de aquí a julio está condicionado por la situación sobre el terreno» y añadió que «no queremos comprometer los objetivos por los que tanto hemos luchado en los últimos meses». GARA

Una de las milicias más potentes del Irak ocupado

El Ejército de El Mahdi es una de las milicias más potentes del país ocupado. Fue creada por el joven líder chiíta Moqtada al-Sadr en el verano de 2003, ya iniciada la ocupación estadounidense.

La milicia debe su nombre al Al-Mahdi Al-Montazar, el Esperado, duodécimo imam desaparecido en 907 y el mesías según la tradición del islam chiíta.

Su bautismo de fuego llegó en los veranos de 2004 y 2005 en sendos levantamientos populares y armados chiítas contra los ocupantes.

Formado por jóvenes combatientes decididos a luchar contra el invasor, EEUU calcula que está formado por unos 60.000 efectivos. Su arsenal estaría compuesto de armas ligeras, fundamentalmente fusiles de asalto, lanzagranadas y ametralladoras.

El Ejército de El Mahdi registra un flujo incesante de nuevos reclutas que se enrolan en las mezquitas y en las oficinas del movimiento al-Sadr, lo que constituye un desafío abierto a los ocupantes.

No se exige edad ni profesión religiosa para enrolarse aunque recluta entre la juventud de las zonas chiítas especialmente pobres. Obedece a Moqtada al-Sadr, cuyo padre y abuelo murieron a manos de Saddam Hussein y que con su vasta organización social y política ha devenido una figura insoslayable en el Irak ocupado. GARA

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