Maite Ubiria Periodista
Dudas olímpicas
La antorcha ha iniciado su camino hacia Beijing y la incendiaria situación en Tibet ha marcado el inicio de ese viaje que se viste con la simbología de la solidaridad entre los pueblos. Espíritu olímpico.
Las revueltas en Tíbet han dado lugar a la enérgica reacción de Occidente. Mientras en las calles de Lhasa los manifestantes incendian comercios, los gobiernos del mundo reclaman a China que no responda con la fuerza bruta y apueste por el diálogo. Talante olímpico.
Llama la atención que pese a lo virulento de la protesta, los medios de comunicación que predican a cada paso con la inutilidad de la violencia política como método de transformación de la realidad no hayan atribuido ningún carácter subversivo, delictivo ni siquiera destructivo a esa revuelta. Olímpica contradicción.
¿Es acaso menos pernicioso atacar locales comerciales en Lhasa que quemar un cajero en Getxo? ¿Quién determina que los jóvenes tibetanos no son violentos, sino que rompen cuanto encuentran a su paso en razón de su frustración ante una injusticia histórica? ¿Quién, en cambio, relega a los jóvenes de las banlieues francesas a la categoría de escoria por quemar unas decenas de vehículos? Interrogantes olímpicos.
En los mapas políticos modernos no hay ni rastro de un Tibet independiente, pero ese factor no desalienta en su apoyo a la causa de este pueblo a las mismas personas que esgrimen la cartografía contemporánea como prueba irrefutable del sinsentido del proyecto de (re)construir el Estado vasco.
Pero, no se equivoquen, me disgusta como a la que más que exista la pena de muerte en China. La encuentro tan deleznable como las ejecuciones en EEUU. Y encuentro además del todo preocupante que en China haya presos políticos. Tanto como que exista la base de Guantánamo o que hoy haya más vascos presos por razones políticas que en vida de Franco.
No puedo sino denostar que en China se aplique la censura, tanto como que en Euskal Herria se cierren periódicos y se encarcele a ciudadanos por dar una rueda de prensa.
Pero antes de abanderar causas lejanas viene bien someterse a un chequeo de proximidad. Por aquello de entender que a las faldas tanto del Himalaya como de los Pirineos el valor más seguro es respetar el derecho a existir de los pueblos.