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«Bizkaia es hoy lo que es gracias a la gente que trabajó antes en la industria»

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Fernando Palazuelos

Autor de «Pura Chatarra»

El escritor bilbaino Fernando Palazuelos ganó el último Premio Ciudad de Barbastro de Novela Corta, uno de los más prestigiosos en su modalidad, con «Pura chatarra», una historia que tiene como protagonista a un humilde chatarrero desolado ante los planes urbanísticos diseñados para Zorrotzaurre, en Bilbo, y que traerán consigo la profunda trasformación del barrio.

Izaskun LABEAGA | BILBO

Fernando Palazuelos (Bilbao, 1965) reside hoy en Sestao, en la margen izquierda del Ibaizabal, una localidad ligada históricamente a la industria. Quizá por ello le ha llamado tanto la atención la península de Zorrotzaurre, un paisaje que nos recuerda ese pasado no tan lejano y que pronto desaparecerá para convertirse en una moderna urbanización, según el proyecto de la arquitecta Zaha Hadid. ``Pura chatarra'' se sitúa en el momento actual y su protagonista ha de enfrentarse a las propuestas para el derribo del pabellón en el que ha trabajado toda su vida.

Su novela deja testimonio de un espacio que va a desaparecer en poco tiempo.

Ese territorio se va a convertir en una especie de Manhattan. Mientras trabajaba en el libro me paseé varias veces por allí y tomé fotografías. Cuando revisé el material en casa, me sorprendió la sensación de estar admirando una especie de arqueología reciente que va a desaparecer. Me pareció un escenario bonito para colocar allí a unos personajes.

¿Es «Pura chatarra» un alegato contra los planes previstos para Zorrotzaurre?

A algunos lectores les ha parecido que el tema principal es el de la nostalgia, sin embargo, no ha sido esa mi intención. Es cierto que se manifiesta el miedo del protagonista al futuro, aunque finalmente él acaba acercándose al arte de vanguardia rescatando piezas en desuso del pasado. La novela habla de muy distintas cuestiones: la ternura, las relaciones familiares, temas sociales. Aunque es una novela breve, he juntado muchas piezas y hay algunas que se resuelven en los espacios en blanco. Está muy dosificada y está trabajada de una forma minimalista.

El protagonista se muestra dolido ante la desprotección del patrimonio industrial. ¿Comparte esa preocupación?

He tratado de ponerme en el lugar de una persona de casi 60 años, a la que le da mucha pena que no se conserven algunos vestigios del pasado, como recuerdo de lo que fue la provincia. Porque Bizkaia es hoy lo que es gracias a la gente que estuvo antes trabajando en la industria. Hay una especie de rebeldía en él ante los planes urbanísticos y la banca. Es una rebeldía sana, simpática.

Su personaje se enfrenta enérgicamente a aquellos que vienen a hablarle de los futuros planes urbanísticos pero finalmente se conforma con que quede constancia de su trabajo en una especie de urna.

Tiene miedo al futuro. Queda un silencio que no se resuelve con la novela y parece que admite que el futuro es así.

Se resigna...

No podemos hacer que el progreso sea de otra manera pero podemos dejar una huella, ese sería el mensaje. No podemos hacer nada contra la tecnología, contra los teléfonos móviles, entiende que eso es así, pero también sabe que es sano pensar que hay un hueco para los recuerdos, para pensar otro tipo de cosas.

Otro de los ejes lo constituyen las relaciones humanas, entre padres e hijos, entre un hombre y una mujer.

Es un libro con varias lecturas. Son capítulos breves, escritos muy a propósito. Uno de los dientes de la rueda dental con la que funciona el libro es la parte emocional. Me parece muy interesante el cambio generacional que ha coincidido con la reconversión industrial. Ahora mismo hay gente que ha trabajado en la industria que tiene hijos que trabajan en sectores distintos a éste. Por otro lado, se pone de manifiesto la movilidad.

¿Se ha inspirado en alguien concreto para construir al chatarrero de su libro?

Hay mucho de mi padre en mi personaje. Por otro lado, ``Pura chatarra'' contiene varios homenajes: hay un claro homenaje a Bilbao y también, a las familias humildes que, con muchísima perseverancia, han conseguido que sus hijos puedan estudiar y buscarse la vida en un ámbito que antiguamente no les hubiera correspondido. Hay un momento en el que el protagonista pregunta a su hija si en alguna ocasión se ha sentido avergonzada de él porque es un chatarrero.

Desde esta atalaya que le permite ver aún señales del pasado junto a imágenes de lo que será el futuro, ¿con qué se queda?

Es una pregunta difícil de contestar. Prefiero responder con un ejemplo: a mí me encantan las máquinas de escribir antiguas, pero no cabe duda de que a la hora de escribir prefiero utilizar un ordenador.

 
una huella

«No podemos hacer que el progreso sea de otra manera pero podemos dejar una huella, ese sería el mensaje. Es sano pensar que hay un hueco para los recuerdos, para pensar otro tipo de cosas»

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