«Componer es un oficio obsesivo: todo se aprovecha, todo entra en el alambique»
Voz de Doctor deseo
Tres décadas intervenidas por el Doctor Deseo. Diez discos de nivel alto. Cientos de conciertos con la liga roja, los labios pintados, la noche a cuestas. Es la intensa vida de Doctor Deseo, héroes del pop con piernas de rock and roll. «Sexo, ternura y misterio» les abre de nuevo las puertas.
Pablo CABEZA | BILBO
Mañana comienza en Plateruena de Durango la gira de Doctor Deseo de presentación de «Sexo, ternura y misterio», álbum que se publica el 2 de abril. Con retraso sobre la fecha prevista, 25 de marzo, por un rocambolesco asunto de fabricación en Austria, pues retuvieron el disco exigiendo poner en la carátula una pegatina con el logo «sexo explícito», debido a que en el cuadernillo del álbum aparecen unas cuantas imágenes explícitas. El siguiente movimiento desde Muxic -la discográfica vizcaína editora- fue demostrar a los austriacos que las imágenes pertenecían a cuadros artísticos. Así que, resultado final: una semana de retraso.
Doctor Deseo ensayan en La Fábrica, un espacio en el barrio bilbaino de Errekaldeberri, que cuenta con locales de ensayo y estudio de grabación. Es Semana Santa, no hay vacaciones, allí preparan a contrarreloj las canciones del nuevo disco. Se percibe tensión, poco tiempo, nueva gira, nuevo álbum... pero las aristas van encajando a pesar de la pausa secular entre disco y disco: «Todas las cosas y, en especial las que más quieres, tienen su medida. Nos consideramos corredores de fondo; por lo tanto, si quieres mantener la motivación, las fuerzas y la intensidad necesaria, más vale aprender a dosificar los tiempos y, sobre todo, en el oficio de músico, que tiene una cierta querencia a lo caótico. Esto se concreta en limitación de exposición a lo público para poder vivir y trabajar sin exceso de interferencias, para pisar suelo, para no aburrirse y, lo más importante, para no aburrir», precisa Francis.
¿Qué sentimientos le llegan con la parada táctica?
Sentimientos como que se acabaron las vacaciones. Ahora toca trabajar duro, es tiempo de encerrarse en el local de ensayo, parir temas nuevos, enfrentarte a los demonios de siempre: lo que implica volver a tener el papel en blanco. Los conciertos son la celebración festiva después de un año de trabajo, los momentos mágicos, catárticos, lo que más deseas y para lo que estás preparado.
¿El folio en blanco de pavor, no aprovecha el tiempo de las giras, esa excitación para crear?
Lo de componer es un oficio obsesivo, todo se aprovecha, todo se va metiendo en el alambique para calentarse a fuego lento. Ahora bien, el cuándo saldrán las gotitas destiladas por el final del tubo, es impredecible; por lo tanto, siempre guitarra y papel a mano.
¿Necesita presión ante el folio en blanco?
En mi caso, cierta autopresión me viene bien. He llegado a terminar la última estrofa de una canción en el coche, camino del estudio para grabarla. Sin cierta presión habría cosas que las aplazaría hasta el infinito. De vez en cuando no me queda otra que exprimirme y forzar la máquina de forma un poco agónica. Llevo tiempo, cierto, pero aún no conozco otro método, aunque espero aprender a hacerlo mejor.
¿Se encuentra en un momento en el que la edad y el rock se preguntan si son compatibles?
A partir de los 25 años casi todo el mundo tiene crisis de edad, una percepción distinta del tiempo. Esto en sí genera un conflicto evidentemente. Y de su buena o mala solución depende la evolución de cada uno. Aprendo a saber envejecer y, si uno es capaz de ir perdiendo la vanidad poco a poco, resulta ser un proceso interesante, no exento de dificultad. «Aunque van creciendo las espinas, sigo haciendo juegos malabares, aprendiendo en todas las esquinas, que aún nos queda por jugar la mejor de las partidas».
¿Guarda melodías en el oído que nunca se van?
Los caminos del señor son inescrutables y canciones que en principio las he trabajado de una forma un poco distante, después me han emocionado muchísimo. Y otras compuestas con gran emoción, después no han conseguido tanto. Quizá «Abrázame» la compuse bajo una situación muy especial y desde el principio se me saltaban las lágrimas al terminar el estribillo. No obstante, también me ha ocurrido con otras.
Esta ciudad se estiliza...
Bilbao es el escenario de mi vida. Mi visión de éste es siempre una mirada interna, por lo tanto nunca deja de darme argumentos. Por otra parte, no soy nada nostálgico. Este es el Bilbao que amo y odio, mi ciudad.
¿Este mundo globalizado o como quiera olfatearlo, se está quedando sin noches?
Eso es un mito. En los años 80, para pillar un garito abierto a las 4 de la mañana había que patear todo Bilbao. Nunca ha habido tanta gente por la noche como ahora mismo. Precisamente ese es el problema, demasiada gente. No obstante, si sigo vivo es porque dosifico mi vida nocturna. Aún así, la noche siempre será una metáfora.
El año pasado viajó hasta Patagonia y California. ¿Qué buscaba?
Decidí dejar de fabricar pan, así que, sin obligaciones, aposté por dos viajes que tenía pendientes. En febrero me fui mes y medio a la Patagonia, solo. Hice la ruta del hielo continental. Paré en un pueblo pequeño, Chaltén, dónde tuve muy buenas experiencias humanas y musicales. De allí me traje, entre otras cosas, la letra de «Orjia amaitezinak». Entre agosto y setiembre me marché otro mes a California, a Yosemite Valley. Allí escalé «El Capitán» (una roca de 900 metros en vertical) por una ruta conocida como La Nariz del Capitán. Pasé tres noches colgado de la pared.
Retomando el disco. Se percibe un esfuerzo por hallar canciones, arreglos diferentes, pero sin dejar de ser lo que son...
Diez discos es una buena cifra para replantearse las cosas de forma más intensa, mirar atrás para no perder el camino y buscar algo diferente en otros territorios, algo que estuviera acorde con lo que somos ahora, con las nuevas sensaciones, inquietudes. Y para esto, más horas de ensayo, vaciarse de nuevo.
¿Si menciono a Sabina intuye por qué...?
Será por el tabaco. Intento perder al snob que llevo dentro, y reconozco que Sabina tiene auténticas genialidades de letra y música. Me pasa lo mismo con Calamaro. Algunas amigas me han espabilado en este sentido, como en otras muchas cosas. Me alegro de estar un poco menos ciego que ayer.
«Si quieres mantener la fuerza e intensidad necesaria, más vale aprender a dosificar los tiempos y, sobre todo, en el oficio de músico»
«Me fui un mes a la Patagonia, solo. Hice la ruta del hielo continental. En Chaltén tuve muy buenas experiencias humanas y musicales»
Título: «Sexo, ternura y misterio». Publica: Muxik.
Salida: 2 de abril.
Colaboraciones: Batiz, guitarra; Josu Zabala, acordeón; Mikel Piris, saxo; Esteban Valcárcel, trompeta; Aiora, voz; Anari, voz y Robe Extremoduro, voz. Diseño, Lur Merino.
Gira: Plateruena de Durango,
día 28 de marzo.
Abril: L'Atabal de Biarritz, día 5. Rockstar de Donostia, día 11. Sala Azkena de Gasteiz, día 12. Kafe Antzokia de Bilbo, día 18. Sala Totem de Atarrabia, día 26.
El mejor, el peor, el del medio... parecen términos inapropiados -incluso infantiles- para circundar un disco. Una de esas manías aprehendidas de pequeño en el que tanto los padres como la sociedad te preparan en términos y actitud competitiva. No sé -ni me preocupa clasificarlo- si realmente «Sexo, ternura y misterio» es el mejor disco de Doctor Deseo, pero las sensaciones y sentimientos recibidos me cuentan que me doy de cara con la inspiración, que es capaz de emocionar y que sus diez composiciones imaginadas son el gesto de muchas tardes fértiles. Me deja la percepción de escuchar a los chicos de siempre, pero, a la vez, con la fortaleza suficiente como para revertir su pasado en otras tonalidades. Admiro el disco, el trabajo y la efectividad de todos los papeles repartidos entre los colaboradores. Valoro el tremendo esfuerzo por expandir la sonoridad del quinteto sin perderse en los límites. Me maravillan ciertos tránsitos en el interior de las canciones, cómo se resuelven callejones sin aparente salida. No sé qué puesto ocupa en la discografía de Doctor Deseo, sólo siento que hoy está en lo más alto y que compararlo con los otros retos ni me lo pide el cuerpo ni lo encuentro necesario. Es como cuando el peregrino familiar de turno le pregunta al hijo, ¿a quién quieres más, a tu padre o a tu madre? Vívelo y disfrútalo, que hay motivos.
«Nunca ha habido tanta gente por la noche como ahora mismo. No obstante, si sigo vivo es porque dosifico mi vida nocturna. Aún así, la noche siempre será una metáfora»
«Bilbao es el escenario de mi vida. Mi visión de éste es siempre una mirada interna; por lo tanto, nunca deja de darme argumentos. Este es el Bilbao que amo y odio, mi ciudad»