Ya tenía yo ganas de ver ese documental, o película, de 1968 titulado «Ama Lur», de Nestor Basterretxea y Fernando Larrukert y, la verdad, me ha empujado hasta este fruto de la Edad Moderna después de salir de las entrañas de la Prehistoria a escribir. Desde su comienzo, aportando nombres de vascos internacionales como Juan de Garai, fundadores de una veintena de ciudades de América, Zabala, Kortazar... Todo ese derroche de vasquismo profundo y sincero, la verdad, me ha llegado muy adentro. Los carnavales de Lanz con su apología al tradicionalismo euskaldun, a la naturaleza más cautivadora,al antiguo paganismo y primerizo religiosamente vascón, el rojo vizcaino sacado del manejo del hierro encartado, inspirador de nuestra amada Bizkaia. Nuestras ancestrales costumbres son elogiadas con justicia, aunque bastante enturbiadas por la presencia de la censura franquista de mano del señor Fraga Iribarne. Pero de sobra sabemos el significado de la palabra imposición los hijos de este milenario pueblo vasco, el golpe de la palabra «España», obligada, ya lo conocemos. Así que esos trapos bicolor ilegítimos, frutos de una conquista y dictadura, que cuelgan en los balcones de nuestra tierra quedan reducidos a la sombra de los colores de nuestra enseña, a golpe de txalaparta y eco de irrintzi. La verdad es que más frío da esa bandera que los paisajes invernales de Orreaga; pero, lo dicho, qué esperar del filtro fascista. Esto último me suena como le sonaría a Pío Baroja, y también le sonará al director de Círculo de Lectores y a todos esos que siguen manteniendo la estúpida frase de que nuestro pueblo se reduce a tres provincias. Al señor Miguel Sanz, emperador de Nafarroa Garaia, no se lo recomiendo, claro, qué diría de los antxetatupinak de Luzaide, Valcarlos para su majestad; pero sí a todo el que no lo haya visto, y a otros para que vean el error que cometieron al no colaborar y oponerse con esta obra. Ama lurra defenda dezagun.