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Iñaki Lekuona Periodista

La olvidadiza Francia

Me dicen que me lo haga mirar, que padezco una obsesión compulsiva con monsieur le Président, pero es que no puedo evitarlo, y no sé si es cuestión del cargo o de la persona, porque con su predecesor también mostraba síntomas obsesivos, o sea que igual sí, igual es cosa del puesto y no de Nicolas Sarkozy.

El caso es que llevo unos días con urticaria, desde que monsieur le Président compareció ante las cámaras de los comunes y de los lores para, entre otras cosas, agradecer a los presentes el «sacrificio» de la Segunda Guerra Mundial. «Francia no olvida que, cuando estaba al borde de la destrucción, fue Inglaterra quien estuvo junto a Francia; he venido aquí para trasladarles, en nombre del pueblo francés, nuestro eterno agradecimiento». Aplausos. No sé si los parlamentarios de Gales, Escocia e Irlanda del Norte aplaudieron también.

¿Será que Francia olvida? Los vascos lo pueden afirmar sin rubor. Porque los vascos no olvidan al general francés De Gaulle con su mano bajo el képi, saludando a la ikurriña del Batallón Gernika tras la victoria de Pointe-de-Grave sobre los nazis en abril de 1945. Dirigiéndose a Kepa Ordoki, el que luego fuera presidente de la República lanzó: «Comandante, Francia no olvidará jamás los esfuerzos y sacrificios realizados por los vascos para la liberación de nuestro suelo». Y no lo dijo así, improvisadamente, que los gudaris tampoco improvisaron su presencia en el frente: el ministro del gobierno republicano en el exilio y presidente del Consejo Nacional Vasco, Manuel Irujo, habían llegado a un acuerdo para que, a cambio de la participación activa en la resistencia contra el nazismo, la Francia libre aceptara luchar por los derechos políticos de Euskal Herria, sometida entonces a las huestes de Franco. Porque, una vez derrotado Hitler, se pensaba que el próximo objetivo sería el caudillo por la gracia de Dios.

Pero, ¡oh, qué frágil es la memoria! ni dios se acordó de los vascos, ni de los catalanes ni del resto de los republicanos que lucharon contra el fascismo. Por eso, cuando escuché a Sarkozy el otro día en la radio, me salió la urticaria. Si yo fuera inglés, me tentaría la ropa. Aunque, si yo fuera inglés, es posible que también actuara como un olvidadizo hijo de la Gran Bretaña. Menos mal que tenemos la Historia para recordar.

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