Iñaki Badiola comunicó el lunes a Juanan Larrañaga que Joserra Eizmendi había rechazado el planteamiento realizado para que el azpeitiarra fuera su ayudante, según ha podido saber GARA. Esta negativa no tiene influencia alguna en la decisión adoptada ayer, pero sí demuestra cómo funciona este club.

Badiola no confiaba en Larrañaga, echó por tierra su trabajo y le había relegado de facto en su responsabilidad como director del fútbol base y le abría la puerta del club. Sin embargo, tras el partido con el Numancia le propuso ser el ayudante de Eizmendi en el primer equipo.

El azpeitiarra no se habría negado, aunque cabe suponer que ese planteamiento debería ir acompañado de una claridad de sus funciones en la Real. El papel de ayudante lo ha desempeñado en la etapa de Eizmendi el preparador de porteros, Xabi Manzisidor. Sin embargo, esta posibilidad quedó aparcada, según la versión dada por Badiola a diferentes personas en Zubieta, porque Eizmendi habría rechazado trabajar con Larrañaga.

Esta anécdota demuestra los tumbos dados sin valorar la importancia de los técnicos en el fútbol, de ahí que Badiola sea el máximo responsable en esa faceta. Al asumir su cargo dijo que contaba con Coleman e Iriarte, y al segundo lo echó de manera humillante en dos semanas para que el galés y Kean se fueran sin cobrar indemnización.

Aiestaran había hablado con Oliva para sustituirle, le pidió que rescindiera su contrato con el Villarreal y Badiola desautorizó a su estandarte en el plano deportivo al rechazar al técnico, que se quedó en el paro.

La marcha de Aiestaran

El presidente propuso a Aiestaran que fuese el entrenador en la sombra con Eizmendi como títere, a lo que el beasaindarra se negó antes del partido de Córdoba. Tras la victoria, lanzó un ultimátum y, como no consiguió traer a Oliva, dimitió y la Real se quedó sin más responsable deportivo que Badiola, que confirmó a Eizmendi hasta junio pese a no confiar en él.

Luego comunicó a Mikel Sanjuan y Manu Urbieta que no contaba con ellos y realizó tareas que correspondían al último responsable deportivo que queda en el club, Juanan Larrañaga, y que iban en contra de la línea seguida por el azpeitiarra, cuya marcha parecía desear. Sin embargo, tras las derrotas Badiola ha comprobado que los técnicos tienen más importancia que la que él creía. Tras la primera llamó a Larrañaga, después de la segunda se puso muy nervioso y ante la tercera ha recurrido a Lillo a pesar de que el domingo en ETB, el lunes en Teledonosti y el martes poco antes de acostarse en Radio Euskadi confirmaba al técnico en el banquillo. Ante las dudas sobre su continuidad para el domingo se mostraba «sorprendido porque hay que estar con Joserra en las duras y en las maduras. Tenemos la responsabilidad de tomar las decisiones oportunas en el momento oportuno. A día de hoy no hay ningún problema» para que dirija al equipo el domingo. A las pocas horas, nada más despertarse, ya estaba decidida su sustitución por Juanma Lillo.

Riesgo confía en Apelación

Asier Riesgo mostró ayer su confianza en que Apelación anule hoy su sanción de un partido porque la expresión «esto es una puta mierda» que el árbitro recogió en el acta a instancias del cuarto árbitro «no iba dirigida contra nadie, ni pretendía dañar, fue fruto de la impotencia lógica tras una derrota».