Todo quedó en el aire en la eliminatoria entre Arsenal y Liverpool en un típico partido inglés en el que no faltó intensidad, fuerza, poderío físico y deportividad -ni una sola cartulina amarilla- por parte de ambas escuadras, pero sí que se echó de menos criterio, acierto y calidad, sobre todo en los metros finales.

En Anfield se demostrará si el factor campo adquiere un valor extra para los reds o es una daga envenenada, ya que los gunners parecen mejorar sus prestaciones cuando juegan a domicilio. Y si no, que se lo digan al que hasta ahora es el vigente campeón, el Milan.

Sobre el tapete del Emirates Stadium cada escuadra ejecutó a la perfección el papel que se le tenía encomendado dadas sus características. Los londinenses trataron de llevar la iniciativa, mientras los de Benítez esperaron atrás y trataron de salir con envíos largos a Torres.

El técnico madrileño le ganó la partida a Arsene Wenger en los primeros cuarenta y cinco minutos, donde supo contener a Cesc con la presión que sobre él ejercían Mascherano y Xabi Alonso, además de reaccionar con rapidez al único fallo grave que tuvieron en defensa cuando dejaron rematar solo a Adebayor. En apenas tres minutos, Kuyt ya había materializado la igualada, a la postre definitiva.

La segunda parte acentuó las tendencias de los dos conjuntos. El Arsenal se volcó sobre la portería de Reina y sólo la miopía arbitral y un desacertado Bendtner evitaron que los locales hicieran justicia a su mayor atrevimiento ofensivo.

A apenas varios metros, el holandés Pieter Vink no quis0 ver un claro agarrón dentro del área de su compatriota Kuyt al bielorruso Hleb. Por su parte, el delantero danés de los gunners sacó de manera increíble un balón de su compañero Cesc que se colaba irremisiblemente en la portería del Liverpool. Los londinenses tuvieron ahí la mejor oportunidad de la reanudación para ponerse por delante en el marcador y cosechar un merecido premio a su mejor juego.

A partir de ahí, el cansancio acumulado en un choque trepidante -el primero que enfrentaba a ambos equipos en la Champions League- comenzó a hacer mella y sólo un remate forzado de cabeza del catalán en el tiempo de descuento pudo desequilibrar la balanza.