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Martin Garitano Periodista

«Nerón», más que Peter Ustinov

Hay pocas ocasiones en las que se justifica el escrito del columnista como una descarga emocional, un pañuelo público de lágrimas íntimas. La de hoy, sin duda, es una de ellas. Perdonen, pues, los ausentes.
Ha muerto Félix López, Nerón. Un amigo –vaya por delante– pero un sindicalista de primera hora y línea; un personaje que pudiera ubicarse en la representación de “Las carabinas de Gastibeltza”, del sin par Marc Legasse. Félix, un hombre de una pieza –de gran tamaño y rendimiento– que siempre supo estar donde las olas batían con mas violencia la causa de la justicia. Luchador hasta el mismo día de su partida.

Félix, vida y alma para el sindicato; corazón y fuerza para Euskal Herria. Y también para construir país, para implicarse desde el minuto uno con EHKE para sacar adelante GARA; para ilusionar a su entorno con los nuevos proyectos. Por todo eso –y por muchas cosas más– Félix, Nerón, está hoy en el corazón y la memoria de todos cuantos hemos tenido la fortuna de conocerlo.

Estas líneas no tienen, sin embargo, vocación de elegía triste de un buen amigo. También cabe sonreír en la despedida. Y con Nerón era fácil reír.

Corrían los primeros años de la reforma franquista y al detenido Félix López le tocó, como a tantos otros, probar la incomodidad del banquillo de la Audiencia Nacional. Le defendía en aquel caso Esnaola, quien, dirigiéndose al tribunal, pidió la libre absolución de su patrocinado Nerón. Y los tres adustos jueces del severo tribunal se pegaban codazos y murmuraban: «Es verdad, es igual, es igual». Le comparaban con Peter Ustinov, el Nerón de celuloide. Pero Félix era más, mucho más.

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