Joseba ITURRIA

Astana volvió a tener que trabajar durante toda la etapa de ayer ante la peligrosidad de la fuga de un hombre que estaba a quince segundos. Nunca un ciclista se puede arrepentir de ganar y menos cuando eso le permite dedicar la victoria a su abuela, que estaba enferma y falleció al día siguiente. Pero el peaje que ha tenido que pagar por la exhibición de fuerza del madrileño camino de Deskarga ha sido importante. Cierto es que en la primera etapa Astana ya tuvo que trabajar, pero Silence Lotto le ayudó en el control de la carrera porque Evans hasta ese día estaba a su altura en el ranking de favoritos. La conclusión que trasmitió el australiano a GARA tras el ataque del madrileño, y comprobar que no tenía a su lado a ningún compañero cuando lo necesitaba, fue que a partir de ese momento iba a trabajar sólo Astana. En las dos etapas siguientes, sin ser un recorrido especialmente exigente, el equipo que dirige Sean Yates en Euskal Herria ha llegado justo a los kilómetros finales. Hoy rezará para que entren en la fuga del día corredores que ya han perdido mucho tiempo para tener una jornada tranquila y poder llegar más fresco a una etapa reina de mañana en la que el desgaste de la semana puede acusarse.