«Atxulo», abertzale-internacionalista
GARA |
Lugar del fallecimiento: Bilbo, a los 57 años de edad.
Javier Larreategi, más conocido por su seudónimo de militancia, Atxulo, falleció ayer en su ciudad natal, Bilbo, después de una larga enfermedad, a los 57 años de edad. Aseguran los que le conocieron que se ha ido en silencio, casi en la misma clandestinidad que tanto le tocó vivir a raíz de su compromiso en la lucha por la liberación de este país y de una larga trayectoria como militante independentista.
Larreategi, que como consecuencia de su militancia política tuvo que cobijarse a comienzos de la década de los 70 en Ipar Euskal Herria, fue uno de los siete refugiados políticos vascos sobre los que la Prefectura del Departamento de los Pirineos Atlánticos impuso una orden de expulsión en octubre de 1972. No pasó mucho tiempo hasta que Atxulo acudió a Madrid, junto a otros militantes de ETA, en el marco de lo que la organización armada denominó como «Operación Ogro».
Según se publicó en la época, Larreategi fue la perso- na que presentándose co- mo escultor alquiló el semisótano de la calle Claudio Coello en el que se excavó el túnel para colocar las cargas explosivas que el 20 de diciembre de 1973 provocaron la muerte al nominado sucesor de Franco, el almirante Luis Carrero Blanco.
Un año después, en noviembre de 1974, el nombre de Atxulo aparecía junto a otros dieciséis militantes vascos entre los procesados por el Tribunal de Orden Público por la acción que dio muerte a Carrero Blanco. Pocos meses antes, en junio, las autoridades españolas ya pidiedron a París la extradición de Larreategi, pero tanto el juez como el Gobierno francés se posicionaron en contra de la reclamación.
Diez años más tarde, el 10 de enero de 1984, fue detenido en Ipar Euskal Herria junto a otros quince refugiados políticos. La Justicia gala fijó su residencia obligatoria en París, pero Larreategi no volvió a presentarse en comisaría desde finales de enero, como estaba obligado a comparecer cada día.
A partir de 1986 las informaciones policiales insistían en la relevancia de Atxulo dentro de la organización armada vasca, ya que le colocaban como el responsable de las relaciones internacionales de ETA. Los medios españoles le situaban por aquel entonces en Argelia y, poco después, en Nicaragua, donde los sandinistas seguían todavía con su lucha de liberación.
Conocido entre amigos y enemigos por su larga militancia en la resistencia vasca, vivió en primera persona capítulos trascendentales de la lucha por la libertad de los pueblos oprimidos, empezando por el propio. Controvertido, luchador infatigable, internacionalista convencido, Atxulo pertenece a la elite de una generación que lo dejó todo para empuñar la causa de la libertad.