La miel baskonista y el oso ruso
Imanol AMIANO
Era «el partido». Prohibido fallar. Como el CSKA ante Olympiacos. Salimos intensos. Tres tapones de Planinic caen en las peores manos. Rebote, rechace o balón suelto que termina en canasta, con o sin adicional. O en triple. Velickovic haciendo otro roto. El tercero en tres partidos. Pekovic, intangible tangible. ¿Defensa? inenarrable de Rakocevic. El partido, donde querían los serbios. ¡Qué mal pintaban las cosas, amigo!
Pero Splitter no se quería perder su cuarta Final Four. Cerró el armario por donde las puertas. Por delante. Y abriendo las del otro lado de par en par. Como el ídolo local, queriendo regalarse unos días con pensión completa en Madrid por su 27 cumpleaños. Prigioni tampoco quería faltar. Tapón a un Pekovic que empezaba a verlo todo rojo. «Tximas» Jasaitis apretando como nunca/siempre (que juega). Ver para creer. Sin embargo, Singleton, de un solo tono. Gris. Y McDonald, de una sola neurona. El gigante y sus dos-veintinueve, con cuatro faltas, el armario, con tres, y a Will se le ocurre sacar su cinturón negro. Toma llave. Velickovic por los suelos y a Josean, que la camisa no le llegaba a sus dos-cero-cuatro. Sobre todo cuando Palacio aplica el método Milton: pastillita al aro y las defensas esterilizadas por momentos.
Sin embargo, quién lo iba a decir, Will, el bueno de Will, se rascó el encéfalo y rascó, también, la cuarta del centro neurálgico partisano con un 2+1. Las letanías del nervioso Vujosevic terminaron con las manos de Pitzilkas en forma de Tau -tres finales a cuatro pesan lo suyo- que sepultaron a los sepultureros. Y eso que, hablando de cerebros, el habitual cortocircuito de Prigioni -¡qué pensaba! ¿que le iban a sacar la amarilla?- puso a prueba de nuevo el método Milton. Pero ya era tarde, la infección baskonista, inoculada con aguijonazos de Rakocevic y Mickeal, ya se había propagado. Ahora espera el oso ruso. Y sólo espera las mieles del triunfo, pero al Baskonia le quedan aguijones. Como hace cuatro años.