Crónica | Homenaje a los fusilados
Los represaliados por la Guerra del 36 toman la voz tras años en silencio
La Guerra del 36 dejó en Nafarroa más de 3.000 personas muertas, otras muchas encarceladas y, sobretodo, desconcierto y dolor para miles de familias. Tras más de 70 años de silencio, ayer pudieron tomar la palabra tanto los que no están como aquellos que han luchado hasta conseguir que la memoria siga viva y salga a la luz todo aquello.
Jasone MITXELTORENA
Por tercer año consecutivo, la Asociación de Familiares de Fusilados de Nafarroa homenajeó ayer a los represaliados por la Guerra del 36. Lo hizo en la Vuelta del Castillo, lugar en el que fueron fusiladas 298 personas de Iruñea, entre ellas seis cargos públicos, según recordaron ayer. Como no podía ser de otra forma, se manifestó el dolor producido tanto por las muertes como por el silencio total que ha reinado en torno a ellas, indicando que aún hoy las instituciones intentan que el mutismo perdure. Pero tal y como declaró Mirentxu Agirre, presidenta de la Asociación e hija del alcalde de Lizarra fusilado por las tropas del general Mola, Fortunato Agirre, «hoy revivimos el dolor, pero no por afán de venganza, sino por la memoria. Perdimos la guerra y todo, lo único que nos queda, es su memoria. Lo que hoy nos ocupa son los derechos humanos, la sensibilidad hacia los familiares».
Y es que, tal y como se expuso en la presentación, el homenaje iba dirigido a los fusilados, pero también «a las familias que con tanta valentía han roto el silencio»; prueba de ello se citaron la inminente inauguración del Parque de la Memoria en Sartaguda, y el autobús con el mismo nombre que recorrerá las localidades navarras «extendiendo la voz de los fusilados».
Es así que ayer se celebró «poder cerrar el duelo». El público congregado se emocionó con la lectura de los escritos de los hermanos Herranz cuando se hallaban prisioneros en Ezkaba, antes de que fueran fusilados; sus palabras parecían airear su voz durante tantos años callada, silenciada. Asimismo, los asistentes al acto compartieron el dolor de los familiares cuando Mirentxu Aguirre recordó tantos años de sufrimiento, con especial mención a las madres que «nos han dado tanto cariño y no pueden ver el homenaje». Pero sobre todo, los reunidos en la Vuelta del Castillo se emocionaron con sus palabras cuando agradeció el apoyo de la sociedad de Nafarroa por la recuperación de la memoria histórica, poniendo como mejor ejemplo el Parque de la Memoria levantado por ayuda voluntaria: «Que 70 años no hayan pasado en balde, que nunca más tengan lugar aquellos horrores».
Llenando la página
Koldo Pla, de la asociación Txinparta de Antsoain, recitó el poema que lleva por lema el «Autobus de la Memoria». En él se expone que «hoy en día crece el trigo en la cuneta donde fue abandonado el cuerpo del padre; florecen las rosas en la pared donde fue llevada la madre; surgen semillas de chopo donde lloró la abuela, y caen hojas de aliso allí donde cayó el abuelo». A todo sellos los han querido traer con el autobús, «alimentando con esperanza el recuerdo y la memoria».
Respecto a algunas declaraciones que se hacen oír desde las instituciones, tales como «hay que pasar página», Pla se preguntó «cuándo debemos pasarla, ¿antes o después de conocer lo ocurrido?». En ese sentido, indicó que «línea a línea vamos escribiendo la página que algunos la quisieron blanca», celebrando que «hoy en día las familias van completando el duelo; podemos contemplar el arco iris republicano, y con vosotros hacemos un brindis por la Tercera República».
«Vergonzosa placa»
Todos los que subieron al ta- blado hicieron mención a la placa situada por el Ayuntamiento de Iruñea en la Vuelta del Castillo en recuerdo de los allí fusilados; lo que debía haber sido un logro tras tanto tiempo de reivindicación de los familiares, ayer era objeto de controversia por su falta de visibilidad y lo escaso de su tamaño. «298 muertos no permiten andar ahorrando», indicó Aguirre. Pla se refirió a ella como «vergonzosa placa», y el público respondió «no» unánimemente cuando desde el tablado se preguntó si era suficiente.
Dejaron claro que desde luego no explica «los enterramientos, las violaciones a mujeres, los trabajos forzados» y la larga retahíla de atrocidades que sufrió buena parte de la sociedad navarra. «Nafarroa no fue escenario de guerra, pero no se libró de la barbarie. Crearon miedo, y eso es lo que hoy en día tratamos de superar», explicaron. Aunque las instituciones no lo hayan hecho, la voluntad popular ha conseguido sacar a la luz todo aquello, homenajeando y dando voz a los silenciados para poder seguir adelante.