Pascual Serrano 2008/4/10
La supuesta liberalización de Cuba
Público.es
Los medios han recogido con alborozo la noticia de que los cubanos podrán comprar «libremente» aparatos electrodomésticos y alojarse en los hoteles del país, algo que hasta ahora no les estaba permitido. Por supuesto han recordado algunos críticos de la revolución cubana que los precios son prohibitivos. Comprar un aparato de DVD, una computadora o un televisor de más de 19 pulgadas será tan difícil para muchos cubanos como hasta ahora lo es para el habitante de un suburbio de Puerto Príncipe, un indígena chiapaneco, un campesino hondureño o un desempleado argentino. Lo que hasta hace unos días estaba prohibido por el Gobierno ha pasado a estar prohibido por el mercado. Es bueno que los cubanos conozcan que ésa es la libertad del capitalismo; ya han llegado a ella en lo referente a la compra de electrodomésticos. Porque han de saber que en la gran mayoría de los países de su entorno, fuera del socialismo, lo que se llama libertad es todo eso que se puede conseguir con dinero (...).
No es que yo critique la medida gubernamental y esté en contra de que los cubanos puedan comprar todos esos aparatos o alojarse en un hotel, pero es evidente que lo que se celebra fuera como un «avance» de la revolución, una «apertura», no lo es para el cubano de a pie. No es un avance porque el mercado no lo es.
(...)Es verdad que en Cuba nadie puede viajar de vacaciones a países exóticos, porque en una sociedad justa nadie debería poder irse a hacer turismo a dos mil kilómetros mientras haya un niño que pase hambre o esté sin escolarizar. (...)
Las medidas anunciadas de liberalización de la venta de electrodomésticos es sólo mercado, inevitable, pero mercado que sólo resuelve el deseo del adinerado. Para que los cubanos puedan acceder a esos productos es necesario un pueblo laborioso que aumente la producción y unos dirigentes inspirados en la equidad y la justicia social. No tengo ninguna duda de que las dos cosas las tiene Cuba, por eso estoy convencido de que, más pronto que tarde, esos productos y tantos otros de difícil acceso no serán sólo liberalizados, sino socializados, es decir, accesibles a la gran mayoría de los ciudadanos.