Gracias al impulso de algunos y al silencio de otros, el ordenamiento jurídico español amenaza en convertirse, si no lo es ya, en un compendio de leyes que, en lo referente al orden social, son promulgadas desde doctrinas políticas y jurídicas vigentes en la época nazi. La actual valoración moral del Derecho ha llegado a quebrar el principio de legalidad. Si la moral no está desvinculada del derecho nos encontramos ante un derecho inquisitorial propio del medievo donde el control penal pasa de los cuerpos a las almas. La llamada intangibilidad de la esfera intelectual y moral de las personas y su impunidad frente al castigo, desaparece con la «legislación de autor» que supone la Ley de Partidos. A partir de ahora, todo individuo puede ser declarado «enemigo del Estado» no ya por sus acciones sino por sus pensamientos, palabras u omisiones.

Decía el escritor Jardiel Poncela, franquista y, por consiguiente, nada revolucionario, que una dictadura es un sistema de gobierno donde lo que no está prohibido es obligatorio. Y decía bien.

No condenas lo que yo condeno, entonces, serás condenado. La no condena de una actuación, a juicio de los nuevos inquisidores, te hace partícipe de ella y por lo tanto culpable de cargo. Son ya miles los privados de los derechos básicos de ciudadanía como los de elegir y ser elegidos. Un orden social que excluye a los desafectos y encarcela a los más «rebeldes y contumaces».

A Inocencia Galparsoro sus conciudadanos, votándole, le otorgaron la confianza para gobernar el consistorio de Arrasate. A cientos de kilómetros, en Ferraz, Génova y Sabin Etxea, con el apoyo de sus medios de comunicación, han decidido lo contrario. Y dicen hacerlo en defensa de la democracia, apelando a la moral y las buenas costumbres.

Hablan de dignidad los que no la conocieron jamás y los que hace tiempo la extraviaron dentro de sus carteras y billeteros. Los últimos empezaron pensando que París bien vale una misa y han acabado cofrades de la Hermandad del Señor del Buen Talante.

Por mor de la fortuna el fiel de la balanza se encuentra en manos de EB-Zutik. A ellos les toca decidir entre condenados y condenadores, entre sus conciudadanos y los que pretenden usurpar la voluntad popular de Arrasate. ¡Y con la que está cayendo! Lo imagino nada fácil. Ahora les toca elegir entre seguir en pie u oficiar de felpudo, aun con ongi etorri.