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Manuel F. Trillo Profesor

Los adornos jurídicos y las ilegalizaciones

Ciertamente tiene razón Javier Sádaba al calificar de «adorno jurídico» los autos y resoluciones judiciales que se producen contra los partidos independentistas vascos, pero también es cierto que el combate en esta sociedad -y en la grecorromana- se ventilaba en parte en los foros en que la dialéctica jurídica era la espada. Cansa mucho ver los autos de Garzón o de Marlaska, son aburridos y tramposos, hacen que el Derecho sea el instrumento que siempre ha sido al servicio del poder (en Sumeria o en Nueva York), y de la justicia una prostituta que se arrastra por calle Larios sin andrajos porque se los han vendido al mejor postor en la almoneda de las persecuciones e inquisiciones. Y dejando la literatura a un lado, tengo que decir que entiendo a Sádaba, pues a mí también me cansa tanta vulgaridad y ordinariez jurídica emanada de la Audiencia Nacional como excrecencias inmundas. Imagino cómo es el aliento de Garzón y de Marlaska, de Guevara y de Bermúdez (y otros que se pueden concretar más adelante, al modo de Garzón).

Aún así, el debate jurídico no es una cuestión baladí. Digo más, cuanto más se acercan las personas a las cuestiones jurídicas -no importa cuál sea su credo inicial, pues no hay que prejuzgar- más espantadas quedan al ver de qué modo tergiversan, tuercen y retuercen los preceptos jurídicos estos individuos -que como Garzón- les queda demasiado grande el título de jueces. Son malandrines, filibusteros y ladrones de las prendas que debieran vestir a la justicia. Pero en España, en esta España sin cabeza, no se sabe de nada parecido ni en los tiempos pasados, y mucho menos en los recientes.

Es realmente vergonzoso lo ocurrido en los días 5 y 6 de febrero de 2008 en la AN. Es lamentable y es muy duro pensar que cualquier ciudadano esta sometido a esta incuria jurídica de los magistrados que presiden sus salas. Ya sabemos que es una práctica habitual que un ciudadano entre como testigo -obligado por tanto a decir la verdad- y que salga como imputado. Por lo que advierto que cuando alguien se encuentre ante un magistrado de esta catadura diga sencillamente lo que le salga del alma, siempre saldrá más barato. Pero ya el colmo de los colmos es ese sainete en que interviene el «mequetrefe» Garzón dictando medidas cautelares contra un partido político (ANV) cuando aún no hay imputada ninguna persona física de tal partido.

¿Qué es lo que realmente nos refiere este proceder, que el inquisidor ya ha decidido que el citado al potro o a «capítulo» (a la AN en este caso) es ya culpable? Y se olvida el muy necio de imputar antes a los miembros físicos del partido, y tiene que ser el abogado defensor de los dirigentes de ANV quien diga que no es posible procesalmente actuar de este modo. ¿Qué responde el magistrado Garzón? No se amilana y resuelve inmediatamente: pues si no hay imputados, ahora mismo se imputa a estos tres que han venido esta mañana. Es tan ridículo, tan poco serio, tan escasamente profesional, que cualquiera a quien se le explique este proceder y se le ponga en situación se echa las manos a la cabeza. Alguno ha llegado a comentar: «pues menos mal que no pasaba yo por allí».

La Justicia española está en el descrédito absoluto; muchas son -cientos- en todos los ámbitos -sea civil, penal, socio-laboral...- las sentencias que dan vergüenza. Y esto es en lo que realmente hay que educar a la población, pues el mayor conocimiento permite valoraciones sin prejuicios, sin tópicos, y no creo que sea buen mensaje decir que los asuntos jurídicos son meros adornos -aunque en el proceso contra los independentistas vascos haya adornos, y más que adornos pura basura jurídica- porque entonces jamás se entendería de qué modo se organizaría la convivencia. Pero este es tema para debatir y exponer con mayor cuidado en otro momento. Por lo que Sádaba acierta cuando se levanta con ira contra los magistrados y contra sus malabarismos, señalando precisamente que se alejan del noble ejercicio del juez, para convertirse -como este Garzón, y ya van...- en un trilero con el Código Penal en la mano.

Ahora son los vascos, ahora los comunistas vascos, ahora los independentistas, ahora los republicanos, ahora los sindicalistas, ahora... Cuando vengan a por ti no quedará nadie. Bueno, sí, quedarán Garzón, Rubalcaba, Zapatero, Zaplana y los mariachis españolistas; los demás estarán recluidos -por su bien y para que no se hagan daño- en los campos de concentración habilitados al efecto. Como diría mi amigo Ouladali, «Dios es misericordioso».

Mientras tanto, EHAK, ANV, todos sus miembros y todas sus actividades, son perseguidas con trampas y con esa apariencia de juridicidad que tanto les encanta a los indocumentados, los ignorantes y los demócratas creyentes, que aún así irán a votar el 9 de marzo para validar el sistema corrupto en el que vivimos.

Y en esta España que poetizara Blas de Otero no hay voces que se levanten contra la injusticia y las mentiras judiciales. ¿Dónde están esos intelectuales de pacotilla, los políticos y los sindicalistas, los revolucionarios hombres y mujeres? En esta España hay un desierto para la justicia, por eso prevalece el crimen (tomen nota los mencionados, porque son cómplices), y la oficina principal se encuentra en la Audiencia Nacional.

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