Hace apenas seis días, el candidato a presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y la diputada de Nafarroa Bai, Uxue Barkos, mantuvieron un cruce de palabras ciertamente surrealista en el Congreso. Surrealista fue que Zapatero dijera a estas alturas -tras ceder el Gobierno a UPN, aprobar sus primeros presupuestos y garantizarle estabilidad para toda la legislatura- que «no somos socios, no hay ningún acuerdo de gobierno, sólo un compromiso de responsabilidad». Y no menos surrealista la respuesta de Barkos: «Dice que en Navarra no son socios de UPN. Queda aclarado. Porque ésta es una cuestión importante para nosotros».

Sólo han pasado seis días, pero en ellos el PSN ha confirmado que quitará a NaBai -esa formación que según Zapatero «cumple un papel democráticamente muy importante en Navarra»- la Alcaldía de Barañain, la tercera más grande del herrialde y la mayor en manos de la coalición. Y ha firmado con UPN todo un pacto de legislatura con un montante económico mareante. Son socios, claro que son socios. Y Zapatero se ha vuelto a mostrar como un mentiroso patológico hasta para quienes todavía se empeñen en no querer verlo.

Sanz y Torres se han encargado de actualizar el álbum histórico de las imágenes de pactos UPN-PSN. Aizpún y Urralburu, Sanz y Lizarbe, Sanz y Chivite... Hay poco de nuevo en ello. Los interrogantes son otros. Por ejemplo, si harán algo esos críticos del PSN cuya dimensión se exageró interesadamente en agosto pasado y a quienes la dirección colaboracionista con UPN humilla ahora de nuevo sin esperar siquiera al inminente Congreso de julio. Y si hará algo NaBai, que tiene tres años delante para empezar a marcarle líneas rojas al PSN y asumir que el cambio será de fondo o no será nunca.