«El Papa debe demostrar que es real su voluntad de arrepentimiento»
Joelle Casteix es una de las víctimas de los abusos sexuales por los que el Papa se ha mostrado «profundamente avergonzado». Se sabe que unas cien mil personas han pasado por este trauma en las últimas décadas y se sospecha que otras muchas no se atreven a denunciarlo o se han suicidado.
Jordi CARRERAS |
Benedicto XVI no ha eludido condenar claramente la gravísima problemática de la pederastia en el seno de la Iglesia católica, en su primera visita como Papa a Estados Unidos. El fin de semana anterior a su llegada, las víctimas se movilizaron con centenares de concentraciones por todo el país para pedirle que tomara cartas en el asunto.
Tal vez por ello, y también para frenar el declive de la Iglesia católica en EEUU, que sólo los inmigrantes latinoamericanos están evitando que vaya a peor, el Pontífice afrontó la cuestión e incluso se reunió, por sorpresa, con un grupo de víctimas.
Desde 2003, las condenas por pederastia le han supuesto a la Iglesia católica en EEUU más de 2.000 millones de dólares en indemnizaciones, lo que incluso le ha obligado a vender parte de su patrimonio para poder afrontarlas. Joelle Casteix, una californiana de 36 años, nieta de vascos por parte de padre, es una de estas víctimas.
¿Cómo fue su caso?
Sufrí abusos cuando iba a una escuela católica llamada Mater Dei, en South California. Como muchas víctimas, vengo de una familia con muchos problemas: madre alcohólica, padre..., no importa. En medio de este cuadro, yo tenía tendencias suicidas y estuve ingresada seis meses en un siquiátrico. Cuando volví a la escuela, el abusador, que es un antiguo maestro, no un cura, pero que está protegido como si lo fuera, se acercó a mí y se hizo mi amigo, porque sabía que yo continuaba siendo emocionalmente muy vulnerable. De los 15 a los 17 años abusó de mi unas doscientas veces.
Lo denuncié en la escuela pero me dijeron que no pasaba nada, que yo me habría enamorado de él y que es maravilloso enamorarse. Me quedé embarazada, tuve que abortar y adquirí una enfermedad de transmisión sexual. Fue un momento horrible, mi familia, mis amigos me culparon a mí. Tenía la autoestima bajo cero, estaba deprimida. En la escuela era incapaz de sacar nada adelante. Me di cuenta de que, o lo solucionaba todo desde el principio o me moría.
La incomprensión de la familia y los «amigos» debió resultar muy dura.
Hay mucha incomprensión respecto a estos temas y eso hace que las víctimas se culpabilicen, aún más, a sí mismas. La traición de mi familia fue peor que los mismos abusos, me afectó mucho. Por lo que atañe a los «amigos», algunos aún creen que fue culpa mía, que yo lo provoqué. No entienden que tenía 15 años y que en mi casa el panorama era el que era. ¡Pero si ni tan siquiera era una jovencita atractiva! Llevaba el pelo corto, parecía un chico, no había tenido nunca ninguna experiencia sexual. De hecho, jamás he experimentado la sexualidad por mí misma, un adulto me llevó y realmente fue muy duro. Una experiencia así te marca para siempre, no importa cuánta terapia hagas o medicación tomes, tu sexualidad queda alterada para siempre.
¿Qué ha sido lo peor de todo?
Mira, yo puedo llegar a perdonar al abusador, al fin y al cabo es un pedófilo, de acuerdo. Pero lo peor de todo es el papel de la Iglesia católica, que lo sabía todo, y no una sola persona, y no hizo nada de nada. Al contrario, me decían que me callara y cuando insistía, entonces decían que mentía. Durante un largo tiempo creí que estaba loca. El auténtico crimen es ver a los abogados de la Iglesia en los medios diciendo que tú lo provocaste, ése es el peor crimen.
¿Se cree el «profundo arrepentimiento» del Papa?
Durante años, el cardenal Ratzinger ha sido el responsable de Doctrina de la Fe y ha estado profundamente involucrado en el encubrimiento de los abusos, empecemos por aquí. Ahora es la figura principal de la Iglesia católica y expresa su «profundo arrepentimiento». Bien, le reconozco el valor de dar la cara. Reunirse con las víctimas ha sido de gran ayuda para miles de personas. Pero incluso Jesús dice que no puedes decir lo siento y pensar que está superado. Hay responsabilidades que pedir y el Papa, los cardenales y los obispos pueden y han de demostrar que la voluntad de arrepentimiento es real. Mi abusador lo fue también de tres niñas más, continuó enseñando algunos años más y luego simplemente se le trasladó de escuela.
¿Cree en algo usted?
Estoy trabajando en mi espiritualidad. Me he casado y tengo un hijo de dos años. Cuando era pequeña, mi familia, mis amigos, mi parroquia, todo mi mundo, mi identidad completa era católica. Y mi hijo no tiene nada de esto. Veo las otras familias ir a la iglesia y a veces tengo la sensación de que le estoy privando de algo. Es un reto que tenemos con mi marido, queremos encontrar alguna espiritua- lidad pero, por descontado, no será con la Iglesia católica.
¿Cómo la ve desde fuera?
Creo que no hacen lo que deberían, tienen que cambiar mucho para empezar a ganar credibilidad. Ahora, por ejemplo, se gastan una barbaridad de millones en la seguridad del Papa, pero ¿y las víctimas de abusos, que hay en todo el mundo, no sólo en los EEUU? Jesús, en la Biblia, acogió a los leprosos; nosotros tenemos la misma dignidad que los leprosos.
¿Está dispuesta a continuar luchando?
Con la visita del Papa, algunas víctimas se sienten angustiadas, vuelven los fantasmas, en el caso de que se hayan ido. A mi me genera una pequeña frustración. Pero estoy bien y me siento fuerte, he venido aquí y continuaré animando a otras víctimas a denunciar los abusos, con entrevistas como ésta, por ejemplo. Con que una sola persona se anime ya me doy por satisfecha.
«El cardenal Ratzinger ha sido responsable de Doctrina de la Fe y ha estado, durante años, profundamente involucrado en el encubrimiento de abusos»